En la tarde del 31 de julio de 2025, el Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana fue nuevamente escenario de una realidad dura y persistente: el retorno de 118 migrantes irregulares, entre ellos 96 hombres y 22 mujeres, deportados desde Estados Unidos bajo acuerdos migratorios bilaterales.
Con este vuelo, suman siete las operaciones similares realizadas solo desde EE.UU. en lo que va de año, y 27 los vuelos contabilizados desde diferentes países de la región, con un total de 833 personas devueltas a territorio cubano en 2025.
El Ministerio del Interior detalló que tres de los repatriados fueron trasladados a instancias de investigación por su presunta implicación en delitos cometidos antes de abandonar la Isla.
Más allá de la cifra y los procedimientos oficiales, lo que se vive tras cada vuelo es la expresión tangible de una crisis mayor: miles de cubanos arriesgan todo en la búsqueda de un futuro mejor, muchas veces sabiendo que el desenlace podría ser la devolución forzada al país del que huyeron.
Política migratoria entre Trump y Cuba: el terror de los migrantes

Imagen: Diario Las Américas
La aceleración de estos vuelos de retorno ocurre en un contexto de endurecimiento migratorio por parte de la administración estadounidense.
Tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en enero de 2025, se reinstauró una línea dura respecto a la migración, eliminando programas como el parole humanitario y la aplicación CBP One, que permitían el ingreso y regularización de más de 1.5 millones de migrantes durante la administración anterior.
Los permisos de trabajo concesionados a estos migrantes fueron revocados y las deportaciones han sido catalogadas como “la mayor de la historia”, superando 185,000 en lo que va de año. El propio Trump ha defendido estas medidas arguyendo razones de seguridad nacional y el compromiso con la ley.
En junio, Trump firmó una proclamación que restringe aún más los viajes y limita la entrada desde varios países, con Cuba recibiendo especial atención dada la histórica renuencia —según Estados Unidos— de aceptar a ciudadanos deportados.
Esta política corresponde a una larga secuencia de acciones punitivas, incluida la inclusión de Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo y la intensificación del embargo.
En el lado cubano, el Gobierno mantiene una postura oficial de “compromiso con una migración regular, segura y ordenada”, al tiempo que denuncia los peligros de las salidas ilegales y las consecuencias del endurecimiento del embargo y las restricciones estadounidenses sobre la situación económica y, por ende, migratoria de la Isla.
Dimensión humana: el drama sicológico del regreso forzoso de migrantes

Migrantes cubanos cruzando la frontera sur de Estados Unidos en 2024/ Foto: Arbol Invertido
Detrás de cada número, cada vuelo y cada discurso oficial, existe una tragedia personal, colectiva y familiar. Estos migrantes —personas que invirtieron todos sus recursos, vendieron sus bienes y superaron miedos, cruzaron fronteras y mares— regresan ahora con las manos vacías, marcados por el dolor de haber tenido que marcharse una vez, abandonando raíces, recuerdos y seres queridos. La esperanza rota de una vida digna y segura en el extranjero da paso a una sensación de fracaso, vacío y desesperanza.
Especialistas coinciden en señalar la profundidad del impacto sicológico y emocional: no solo han perdido todo lo material, sino que regresan a un país que perciben como incapaz de brindarles una salida, con el mismo contexto de crisis que motivó su huida. Muchos enfrentan además el estigma social, la falta de vivienda y medios de vida, y un horizonte que parece no cambiar.
Los vuelos de deportación desde EE.UU., lejos de ser simples cifras, revelan el drama humano y político que atraviesa la sociedad cubana. Detrás de los protocolos oficiales, cada retorno forzoso significa sueños quebrados, familias fracturadas y una sociedad cada vez más marcada por la desesperanza migratoria. En el fondo, persiste la pregunta:
¿Cuántos regresos más serán necesarios antes de que cambie la historia de un país que vive entre la diáspora y la añoranza?