Cemento con precio nuevo, pero el derrumbe es el mismo
El Gobierno cubano acaba de sacar de la manga la Resolución 31, publicada en la Gaceta Oficial, que establece los flamantes precios mayoristas para el cemento. Y como ya es costumbre, la noticia viene acompañada de justificaciones técnicas, promesas de eficiencia y, por supuesto, un aumento de precios que, según los funcionarios, “era necesario para reconocer los verdaderos costos de producción”.
Porque, claro, si algo faltaba en la Cuba de hoy, era que el cemento -ese polvo mágico que sostiene las casas que aún no se han caído- subiera de precio.
Cemento: ahora más caro, pero igual de escaso
La nueva tabla de precios mayoristas es para enmarcarla y colgarla en la sala (si todavía tienes techo, claro):
Tipo de Cemento Precio por Tonelada (CUP)
Cemento P-350 (bolsa 42.5 kg) 4,573
Cemento P-350 (granel) 3,936
Cemento P-250 (bolsa 42.5 kg) 3,865
Cemento P-250 (granel) 3,227
Cemento blanco (bolsa 42.5 kg) 6,417
Y si pensabas que el precio incluía el transporte hasta tu barrio, pues no: la Empresa Comercializadora de Cemento (ECOCEM) puede facturar el servicio de transportación aparte, sumando un margen comercial de hasta el 10%.
¿A quién beneficia el cemento “liberado”?

Foto: Directorio Cubano
La medida, según el Ministerio de Finanzas y Precios, busca “eliminar la subvención estatal” y “garantizar la sostenibilidad de las fábricas”. También prometen que parte del dinero extra servirá para mejorar el salario de los trabajadores del sector, a ver si así dejan de irse a buscarse la vida en otro lado.
Pero, ¿Qué gana el cubano de a pie? Absolutamente nada. Porque, aunque el cemento se venda en la red de tiendas de materiales, la prioridad sigue siendo para quienes tengan subsidios estatales, es decir, un grupo reducido y controlado.

Foto: Cubanoticias
El resto de los mortales, esos que viven en casas apuntaladas con palos, o con techos a punto de desplomarse, pueden seguir soñando con una bolsa de cemento. La mayoría no tiene ni el dinero, ni el acceso, ni la esperanza de poder comprarlo. Y si le sumamos la crisis de producción -en 2024 solo se usó el 10% de la capacidad instalada en las fábricas de cemento-, la película es aún más gris.
Cemento: el lujo de los privilegiados (y las empresas estatales)
La nueva resolución también abre la puerta para que las empresas estatales financien la construcción y reparación de viviendas para sus trabajadores. O sea, si trabajas en una empresa estatal con suerte, quizás te toque un poco de cemento. Si eres un simple ciudadano, sigue esperando. La medida no resuelve el drama de las miles de familias que viven en condiciones infrahumanas, ni el déficit de más de 800,000 viviendas que arrastra el país.
Mientras tanto, los derrumbes siguen siendo parte del paisaje urbano, especialmente en La Habana, donde la ruina compite con el turismo por la atención de las cámaras. El año pasado, el gobierno apenas logró terminar el 0.8% de las viviendas que prometió construir, y en algunas provincias el avance fue inferior al 0.5%. ¿La causa? La escasez de cemento, claro.
Cemento: más caro, más lejos, más inútil

Derrumbes en La Habana, Foto: Cubalog
El Estado se quita un peso de encima al dejar de subsidiar el cemento, pero el cubano común se queda con el peso del techo a punto de caerle encima. La industria sigue paralizada, la producción local no da abasto y la prioridad sigue siendo el turismo y las empresas estatales.
El cemento, ese bien estratégico, se convierte en un lujo para unos pocos y en una utopía para la mayoría.
En resumen, la nueva medida es otro parche en una pared que se cae a pedazos. El cemento sube, los derrumbes también, y la esperanza… esa sí que está en peligro de extinción.