Este miércoles 29 de octubre de 2025, la Asamblea General de la ONU aprobó una vez más una resolución que exige el fin del embargo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba. No obstante, detrás del escenario diplomático, la pregunta persiste:
¿quién es realmente responsable de la crisis económica, social y política en la isla? ¿Puede el régimen cubano seguir invocando el bloqueo como único culpable mientras mantiene un control férreo sobre la economía, la política y los derechos humanos?
Contexto y resultado de la votación
La resolución, titulada “La necesidad de poner fin al embargo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, fue aprobada por una mayoría clara: 165 países votaron a favor, 7 en contra y 12 se abstuvieron.
En comparación con años previos —por ejemplo, en 2024 la cifra fue 187 a favor, 2 en contra, 1 abstención— se observa una leve disminución del apoyo automático al régimen cubano.
Entre los países que votaron “no” esta vez figuran los Estados Unidos, Israel y también naciones como Argentina, Hungría, Ucrania y Paraguay.
Aunque la resolución no es vinculante —solo el Congreso de los EE. UU. podría levantar el embargo— esta votación simbólica mantiene su valor diplomático.
El discurso oficial cubano y las contradicciones del régimen
Captura de Pantalla
Durante el debate, el ministro de Relaciones Exteriores cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, calificó el embargo como “una política de castigo colectivo, flagrante, masiva y sistemática violación de los derechos humanos del pueblo cubano”.
El gobierno cubano sigue presentando la narrativa de que todos los males socioeconómicos de la nación —apagones, escasez de alimentos, desempleo, emigración masiva— se deben exclusivamente al bloqueo. Pero es precisamente este discurso el que el régimen emplea para ocultar sus propias responsabilidades:
La persistente gestión centralizada de la economía, con escasa apertura a la inversión extranjera y al emprendimiento privado, limita cualquier dinamismo real.
A pesar de cambios cosméticos, el sistema político de partido único permanece sin reformas significativas, lo cual frena la transparencia, la rendición de cuentas y la confianza externa.
La insistencia en culpar únicamente al embargo desvía la atención internacional de los graves problemas internos del régimen: restricción de libertades, represión a opositores, falta de pluralismo político y fuga de talentos.
La votación de la ONU, por tanto, lejos de representar un éxito del régimen cubano, puede interpretarse como un uso habitual de la diplomacia para reforzar la victimización internacional y diluir la crítica hacia sus propias fallas.
¿Por qué esta votación sigue siendo problemática desde la óptica cubana?
Diario Cubano
- Refuerza la narrativa del “culpable externo”: Si el bloqueo es siempre el responsable, el gobierno no necesita asumir reformas internas urgentes.
- Desvía la agenda de la ciudadanía cubana: Mientras los cubanos enfrentan apagones, emigración y precariedad, el discurso del régimen los condiciona a ver al enemigo como externo, no al sistema que gobierna.
- Crea una ilusión de legitimidad internacional: El régimen puede presentar el resultado como “prueba” de que el mundo apoya a Cuba; sin embargo, esa aprobación no se traduce en mejoras estructurales reales dentro de la Isla.
¿Qué implicaciones tiene para la Isla y su población?
El País
El voto de la ONU, si bien es simbólico, refuerza diplomáticamente la posición de Cuba frente a Estados Unidos. Pero para los cubanos dentro y fuera de la Isla, el impacto es limitado:
No obliga a Washington a levantar el embargo.
No exige al régimen cubano abrir su economía, liberalizar su sistema político o mejorar las condiciones de derechos humanos.
En el mejor de los casos, sirve de instrumento de presión internacional que puede ser reinterpretado por el gobierno cubano como “justificación” para mantener el statu quo interno.
La votación del 29 de octubre de 2025 en la Asamblea General de la ONU sobre el embargo a Cuba confirma, una vez más, la repetición de un guion diplomático: una mayoría internacional pide el fin del bloqueo, mientras Cuba lo utiliza como coartada para sus propios déficits.
Imagen: Facebook/ La Tijera
Pero la verdad es que la crisis cubana no puede atribuirse exclusivamente al embargo: el régimen ha fallado en modernizar su economía, democratizar sus instituciones y cumplir con los derechos y expectativas de su pueblo.
Para la diáspora cubana, para los creadores de contenido como tú y para todos los observadores, esta votación no debe verse como victoria automática, sino como recordatorio de que la exigencia de reformas reales, participación ciudadana y transparencia debe ir más allá de los discursos internacionales.
El embargo puede y debe ser evaluado; pero el régimen cubano también debe rendir cuentas.