Impagos a productores agropecuarios cubanos: Una deuda que nunca se salda

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El debate reciente en “Cuadrando la Caja” ha puesto sobre la mesa los impagos a los productores agropecuarios no solo persisten, sino que se han convertido en una práctica sistémica y abusiva que castiga a quienes sostienen la alimentación del país. Detrás de cada cifra y cada justificación oficial, hay miles de historias de productores y cooperativas que ven cómo su trabajo y su futuro quedan secuestrados por la ineficiencia y la falta de voluntad política para resolver un problema que lleva años agravándose.
Impagos a productores agropecuarios cubanos. Más de 300,000 productores y 4,492 cooperativas atrapados en la telaraña de la deuda

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Según los propios directivos del Ministerio de Agricultura, más de 300,000 productores y 4,492 cooperativas están involucrados en relaciones contractuales donde el Estado, a través de sus empresas y entidades, es el principal deudor. Estos productores, responsables de más del 85% de la producción agropecuaria que llega a la población, sufren el incumplimiento sistemático de los plazos de pago pactados en los contratos. La deuda, lejos de ser un fenómeno aislado, afecta a toda la cadena de valor y termina repercutiendo en el consumidor final, que paga los platos rotos de la ineficiencia estatal.
Impagos a productores agropecuarios cubanos. Justificaciones oficiales: El círculo vicioso de la descapitalización

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Las autoridades no esconden el problema, pero lo justifican con el argumento de la “situación financiera crítica” de las empresas estatales. La descapitalización, la falta de liquidez y la mala gestión de los fondos rotatorios y créditos bancarios son las causas que se esgrimen una y otra vez. El fondo rotatorio, que este año alcanzará los 500 millones de pesos, es presentado como una solución, pero la realidad es que la inflación y el aumento de los precios han hecho que los impagos crezcan más rápido que cualquier fondo de emergencia.
El abuso institucionalizado: Obligados a entregar, condenados a esperar
El sistema es perverso: los productores están obligados a entregar sus productos para programas estatales protegidos, como la leche para los niños, aunque no se les pague a tiempo. La deuda no es solo con los productores de leche, sino también con los proveedores de carne y lácteos que abastecen la canasta familiar normada. En la provincia de Mayabeque, por ejemplo, la deuda con los productores de leche llegó a 13 millones de pesos solo en el primer trimestre del año, a pesar de ser un programa supuestamente subsidiado y protegido por el presupuesto estatal.
Impagos a productores agropecuarios cubanos El ciclo de la deuda: De la empresa al productor, del productor a la familia
Los impagos no solo afectan al productor individual, sino que comprometen toda la cadena productiva. El dinero que no llega a tiempo impide pagar salarios, comprar insumos, semillas y preparar la próxima campaña. La cadena de deudas se extiende: las empresas deben a los productores, los productores le deben al Estado por insumos y semillas, y todos dependen de un sistema bancario que presta dinero a empresas descapitalizadas que no pueden honrar sus compromisos. El resultado es un círculo vicioso que condena al campo cubano a la precariedad y la incertidumbre.
Mientras el Estado presume de proteger a la población con precios subsidiados en la canasta familiar, la realidad es que los márgenes comerciales son tan bajos que ni siquiera alcanzan para cubrir los costos de operación. Una libra de arroz, vendida a siete pesos, solo deja un 5% de margen a Comercio, que debe pagar a sus trabajadores y mantener la red de establecimientos. La consecuencia directa es que se deja de pagar al proveedor, perpetuando la cadena de impagos y trasladando el costo del subsidio estatal a los productores, que son los más vulnerables de la cadena.
No basta con culpar a la falta de liquidez o a la inflación. Las propias autoridades reconocen que hay empresas con un diseño de gestión ineficiente, lideradas por directivos que no están a la altura del desafío. La falta de preparación para solicitar fondos rotatorios y créditos en tiempo y forma, la mala administración de los recursos y la ausencia de incentivos reales para cumplir con los productores son síntomas de un sistema que ha perdido la capacidad de autorrepararse.
Impagos a productores agropecuarios cubanos. El precio de la ineficiencia: Hambre, desánimo y éxodo rural
El resultado de este abuso institucionalizado es devastador: los productores pierden la confianza en el sistema, se desmotivan y, en muchos casos, abandonan el campo. La producción cae, la escasez aumenta y la población paga el precio en forma de alimentos caros y de mala calidad. El Estado, lejos de ser un garante, se ha convertido en el principal obstáculo para el desarrollo agropecuario y la seguridad alimentaria del país.
Los impagos a los productores agropecuarios son mucho más que un problema administrativo: son la expresión de un modelo económico agotado que castiga a quienes trabajan y privilegia la inercia y la burocracia. Mientras el gobierno siga justificando su ineficiencia con excusas y parches temporales, el campo cubano seguirá siendo víctima de un abuso legalizado que amenaza con destruir la base misma de la alimentación nacional. La solución no está en más fondos rotatorios ni en nuevas reuniones de impagos, sino en un cambio real de prioridades y en el respeto al derecho elemental de los productores a cobrar, en tiempo y forma, por su trabajo.