Cuando la naturaleza golpea sin piedad y deja tras de sí destrucción, abandono e incertidumbre, aparecen gestos de solidaridad que hablan del corazón de una comunidad dispuesta a ayudar.
Este es el caso de la reciente iniciativa de la agencia con sede en Miami Cubamax Travel, que ha anunciado la operación de dos vuelos completamente gratuitos — los días 13 y 16 de noviembre — hacia la ciudad de Holguín, en la zona oriental de Cuba, para transportar ayuda humanitaria a las familias que quedaron devastadas tras el paso del huracán Huracán Melissa, según publica CiberCuba.
Una iniciativa solidaria desde el exilio cubano
La comunidad cubana en el sur de la Florida — y más allá — sabe lo que significa esperar para recibir noticias de un familiar en la Isla, saber que algo anda mal y no poder llegar de inmediato, debido a las barreras que impone un régimen que privilegia el control sobre la atención, y la burocracia sobre la ayuda real.
Este gesto de Cubamax Travel representa un puente directo: cada pasajero podrá llevar tanto auxilio como desee y además tendrá incluida una maleta de 70 libras sin coste, «porque cuando las familias lo necesitan, Cubamax responde», según su declaración.
Para miles de cubanos — tanto en la Isla como en el exilio — esto significa una esperanza tangible: poder llevar alimentos, medicinas, materiales de construcción, ropa, herramientas… lo que sea necesario para que aquellas comunidades acosadas por el huracán puedan sobrevivir hasta que se active una solución real de largo plazo.
Y no es un acto aislado: la noticia llega justo cuando miles en Holguín y alrededores siguen sin agua potable, sin electricidad estable, con sus casas destruidas, sin acceso a medicamentos, sin recursos
¿Por qué ahora? ¿Y por qué tanto retraso?
El huracán Melissa dejó un escenario devastador: inundaciones, viviendas arrasadas, comunidades aisladas. Según reportes recientes, la electricidad sigue presentando un déficit mayor a 1 100 MW en la región oriental y la ayuda gubernamental es insuficiente.
Mientras tanto, el régimen de Miguel Díaz‑Canel insiste en proclamar que «nadie quedará desamparado», y que la «recuperación está en marcha». Pero la realidad es otra: muchas familias no tienen techo, colchón, cocina, ni medios para volver a pie de obra.
La ayuda que proviene del exterior — en forma de vuelos, donaciones, remesas — se convierte muchas veces en la única opción real para los damnificados. ¿Por qué? Porque el aparato estatal cubano no sólo ha mostrado lentitud, sino que una vez más está priorizando las apariencias (turismo retomado, discursos públicos) mientras deja creer que el control sustituye a la compasión.
En favor de la comunidad cubana: la diaspora que actúa
Captura de pantalla
Para quienes estamos en EE.UU., esta noticia nos moviliza. Pensémoslo: padres, abuelos, hermanos en la Isla que ahora superan una tragedia tras otra, y nosotros con la posibilidad de hacer algo concreto. Esta iniciativa de vuelo gratuito abre esa puerta. Pero más allá del gesto, lo importante es acompañar: compartir la información, organizar recolecciones, hacer visible que la comunidad cubana unida puede marcar la diferencia cuando el gobierno de la Isla no lo hace.
Este acto también sirve para reafirmar una verdad que muchos preferirían ocultar: la solidaridad no depende del Estado; depende de personas que no miran fronteras, que saben que la sangre, la cultura, el idioma, el amor por Cuba no se quedan en Miami o en La Habana, sino que atraviesan el aire, el mar, el corazón.
La ayuda no puede sustituir la responsabilidad
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Mientras es justo celebrar y agradecer esta iniciativa, no podemos dejar de mencionar la falla sistemática del régimen cubano que ha llegado a este momento. Que tantas familias tengan que depender de vuelos humanitarios privados para sobrevivir, revela una cadena de negligencias: la falencia en previsión, en infraestructura, en transparencia, en atención real a la gente común.
El hecho de que el turismo se promocione justo cuando en Holguín aún hay hogares sin paredes, sin ventanas, sin agua potable, es un reflejo de prioridades invertidas.
Un gobierno que se propone como «protector» de su pueblo debe mostrarlo mucho más que en discursos y titulares. Debe garantizar que las vidas de las personas tengan valor antes que la imagen internacional. No puede la comunidad cubana — dentro y fuera de la Isla — tener que asumir solos la reconstrucción emocional y material de nuestros compatriotas mientras el Estado se retrasa o desvía recursos.
¿Qué pueden hacer los cubanos en EE.UU.?
Excelencias Cuba
- Difundir esta iniciativa: si tienes familiares en Holguín o en el oriente cubano, notifícalos. Si sabes de organizaciones locales o parroquias que recolectan, sumarte.
- Apoyar con donaciones específicas: medicinas, herramientas, materiales de construcción ligera, ropa, alimentos — siempre fijándonos que lleguen directamente a quienes lo necesitan.
- Crear conciencia: en redes sociales, en tu podcast, en tu contenido (como haces tú, Aly, con “Soy Alhija”). Mostrar la realidad de la Isla — lo difícil que es, lo urgente que es — para que más personas actúen.
- Presionar al gobierno cubano desde la comunidad del exilio: exigir transparencia, exigir acción real, exigir que los recursos que se movilicen dentro de la Isla lleguen a las manos correctas, sin intermediarios que conviertan la ayuda en propaganda.
La operación de vuelos gratuitos de Cubamax Travel es un rayo de luz inesperado en medio de una tormenta que muchos cubanos viven desde hace décadas. Es un acto de amor de la comunidad, un puente entre exilio y patria, una afirmación de que estamos juntos. Pero también debemos recordar que no sustituye la responsabilidad de un Estado que debería proteger a su pueblo.
Como cubanos en EE.UU., como seres humanos con raíces en la Isla, tenemos la oportunidad de ser parte de la solución. No basta con lamentar, hay que actuar. No basta con esperar, hay que movilizarse. Y no basta con confiar en discursos vacíos, hay que exigir resultados reales. Porque en cada maleta que entra en ese vuelo gratuito va mucho más que objetos: va esperanza, va dignidad, va un mensaje de que los que están al otro lado del mar no están solos.
Que esta iniciativa inspire más, que genere más gestos, más vuelos, más solidaridad, y que algún día —cuando cambien las condiciones políticas— sea innecesario depender de outsides para que la gente en Cuba tenga lo básico. Hasta entonces, estemos allí, hombro con hombro, avión tras avión, maleta tras maleta, porque la cultura cubana es fuerte, la diáspora es poderosa, y el deseo de ver una Cuba más humana es firme.