El secretario del Tesoro, Scott Bessent, lanzó una advertencia de que Estados Unidos amenaza con reactivar aranceles. El ambiente en los mercados internacionales está más tenso que nunca. El domingo, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, pronunció una advertencia clara: si socios comerciales tan diversos como Taiwán y la Unión Europea no logran acuerdos con Washington, los aranceles estadounidenses volverán a entrar en vigor el 1 de agosto.
Y no serán aranceles cualquiera, sino los mismos —a veces altísimos— que el presidente Donald Trump anunció el pasado 2 de abril, antes de suspenderlos para dar margen a las negociaciones y fijar el 9 de julio como fecha límite para llegar a un acuerdo.
Bessent fue contundente en su entrevista con CNN:
“Si no avanzan las cosas, el 1 de agosto volverán a los niveles de aranceles del 2 de abril, como un bumerán”.
El propio Trump ya había adelantado a los periodistas a bordo del Air Force One que la nueva fecha límite es inminente: “Probablemente las empezaré el 1 de agosto. Bueno, es bastante pronto, ¿verdad?”.
¿Por qué este giro en la política comercial? ¿Por qué la amenaza con reactivar los aranceles?

AP/ Foto: Mark Schiefelbein Archivo
Todo comenzó el 2 de abril, cuando Trump, en un evento que bautizó como el “Día de la Liberación”, anunció una batería de aranceles recíprocos para corregir lo que considera décadas de relaciones comerciales injustas.
El plan incluía un arancel base del 10% para casi todos los socios, con tasas mucho más altas para países específicos: 20% para la Unión Europea, 32% para Taiwán, 34% para China, entre otros.
Sin embargo, apenas unos días después, la Casa Blanca suspendió la entrada en vigor de estos gravámenes por 90 días, con la esperanza de que las negociaciones produjeran acuerdos bilaterales. Esa tregua termina ahora, y la amenaza de un regreso a los aranceles “como un bumerán” está sobre la mesa.
Repercusiones sobre la amenaza con reactivar los aranceles: ¿qué dicen los analistas?

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La noticia ha puesto a temblar a los mercados y a los gobiernos de medio mundo. Analistas y expertos coinciden en que la incertidumbre y el riesgo de guerra comercial pueden tener efectos profundos y duraderos:
– Volatilidad en los mercados: Desde el anuncio de los aranceles, los índices bursátiles han experimentado caídas abruptas, y la volatilidad se ha disparado. Los inversores buscan refugio en activos seguros ante la posibilidad de una escalada arancelaria global.
– Riesgo de inflación: Economistas como Larry Summers advierten que los aranceles podrían traducirse en mayores precios para los consumidores estadounidenses, alimentando la inflación justo cuando la Reserva Federal intenta controlarla.
– Impacto en la competitividad: Los aranceles encarecen los insumos importados para las empresas estadounidenses, lo que puede afectar su competitividad frente a rivales extranjeros. Esto preocupa especialmente a sectores como el automotriz, la tecnología y la agricultura.
– Respuesta internacional: Socios como la Unión Europea y Taiwán ya han comenzado a negociar contramedidas y a preparar concesiones para evitar los aranceles. En el caso de Taiwán, el gobierno ha activado un plan de contingencia para proteger a sus pequeñas y medianas empresas, y busca ampliar su cooperación en sectores estratégicos como los semiconductores.
Opiniones encontradas sobre la amenaza con reactivar los aranceles

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No todos ven la situación igual. Mientras algunos funcionarios del gobierno de Trump aseguran que los aranceles no han provocado inflación significativa y que el empleo sigue robusto, otros expertos y líderes empresariales insisten en que la incertidumbre ya está dañando la confianza y las inversiones.
Desde Wall Street, voces como la de George Saravelos, de Deutsche Bank, advierten que “los acuerdos de libre comercio ya no están a salvo” y que la mera amenaza de nuevos aranceles puede ser suficiente para frenar la inversión y el comercio global.
Nigel Green, CEO de deVere Group, va más allá: “Estos aranceles no solo encarecerán los costos para las empresas, sino que alimentarán la inflación y podrían forzar una política monetaria aún más restrictiva”.
¿Qué podemos esperar en las próximas semanas?
El reloj avanza hacia el 1 de agosto y, según Scott Bessent, la administración Trump ya está enviando cartas a más de cien países para notificarles los posibles aranceles. Aunque algunos acuerdos parecen estar cerca —el Reino Unido, Vietnam y, en menor medida, China han logrado avances—, la mayoría de los socios comerciales de EE.UU. sigue en negociaciones contrarreloj.
La presión es máxima: si no hay acuerdos, los aranceles volverán a sus niveles más altos, lo que podría desencadenar una nueva ronda de represalias y una guerra comercial a gran escala. Y, como bien apuntó una presentadora de CNBC, lo que más inquieta a los mercados es la falta de certezas: “El gran problema es simplemente no saber qué sigue ni dónde va a parar esto”.
En resumen, el mundo observa con nerviosismo cómo Estados Unidos juega su carta arancelaria más fuerte en años. El resultado de estas negociaciones no solo definirá el rumbo de la economía global en el corto plazo, sino que podría reconfigurar el tablero del comercio internacional para la próxima década.