Un peligro silencioso: muertes por descarga eléctrica en Cuba.

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Hace apenas unos días, la conmoción sacudió nuevamente a la población cubana tras conocerse la muerte de dos menores por una descarga eléctrica.
Este tipo de accidentes, aunque prevenibles, se ha convertido en la principal causa de muerte por fenómenos naturales en Cuba.
Las cifras superan incluso a eventos más intensos y notorios como los huracanes o las inundaciones, y su origen se encuentra en un enemigo invisible pero presente: la electricidad atmosférica.
Un peligro silencioso: muertes por descarga eléctrica en Cuba.

Foto:havanatimes
Las tormentas eléctricas: frecuentes y letales
Las muertes por fulguración se deben a la acción directa de los rayos.
Las tormentas eléctricas, fenómenos locales de rápido desarrollo y alta frecuencia, son responsables de estos eventos.
Lo más alarmante es que muchas de estas víctimas podrían salvarse si se tomaran medidas preventivas adecuadas.
La subestimación del peligro y la falta de conocimiento suelen ser factores comunes en los incidentes.
Los truenos: de advertencia natural a herramienta de prevención
Aunque muchos temen los truenos, estos no son más que el sonido provocado por la expansión del aire tras la descarga de un rayo.
Si bien su estruendo puede impresionar, escuchar un trueno es una señal clara de que un rayo ya ha impactado. Más allá del susto, pueden servir como aliados para estimar la distancia de una tormenta eléctrica.
La diferencia de velocidad entre la luz (relámpago) y el sonido (trueno) permite hacer un cálculo sencillo: si se cuentan los segundos entre ambos y se multiplican por 340 (velocidad del sonido en km/h), se puede obtener una aproximación de la distancia al rayo.
Si no hay calculadora a mano, una regla práctica es asumir un kilómetro por cada tres segundos transcurridos.
La regla 30-30: protección vital
La duración de una tormenta eléctrica, desde el primer relámpago hasta 15 minutos después del último trueno, es el periodo de mayor riesgo.
Para aumentar la seguridad, se recomienda aplicar la conocida «regla 30-30»: si el intervalo entre relámpago y trueno es menor a 30 segundos, debe buscar refugio de inmediato, preferiblemente en un edificio cerrado y alejado de objetos metálicos o conductores de electricidad.
No basta con que la tormenta aparente estar lejos; los rayos pueden recorrer distancias considerables en horizontal.
Del mismo modo, no se debe bajar la guardia hasta transcurridos 30 minutos desde el último trueno.
Solo entonces se considera seguro volver al exterior.
Protegerse es posible
La fulguración no tiene por qué seguir cobrando vidas en Cuba.
Con conciencia, educación y medidas preventivas claras, se pueden evitar tragedias como la reciente pérdida de dos niños.
En esta época del año, cuando las tormentas eléctricas son más frecuentes, no basta con mirar al cielo; es necesario actuar con responsabilidad y conocimiento.