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Indignación tras robos en Centro Habana sin respuesta de autoridades

Robos en Centro Habana y aún sin respuesta de autoridades

“Tienen pruebas, huellas y video… pero nadie responde”

by Chela
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La madrugada en Centro Habana es testigo de otros robos, historias que se repiten y que, aun con los avances tecnológicos, siguen despertando indignación.

El más reciente episodio ocurre en la intersección de Monte e Indio, donde un local multifunción —manicura, taller de celulares, ferretería y venta de comida— ha sido blanco de robos en menos de dos semanas.

La denuncia pública, viralizada en redes por la página “Díaz Canel sin…”, revela que la policía cuenta con huellas, videos de vigilancia y hasta testimonios, pero los afectados no reciben comunicación oficial ni se observan avances en la investigación. La frase “tienen huellas y todo, pero nadie hace nada” resume la impotencia que sienten los pequeños comerciantes y vecinos de la zona.

Los comentarios en redes son el eco de esa molestia colectiva: “Es lamentable que roben dos veces y la policía no diga nada”, repite un usuario. Otros cuentan historias similares, rastreando una inquietud que crece en todo el barrio: la percepción de que la denuncia formal se queda en papel y que el ciudadano está solo ante la inseguridad.

El ojo de la cámara y el dedo en la llaga: robos, videos y denuncias ciudadanas

La proliferación de cámaras de seguridad, una herramienta antes reservada solo para negocios grandes o familias adineradas, se ha vuelto ahora un recurso de supervivencia entre residentes y pequeños empresarios en Cuba.

Extendiendo su mirada vigilante en portales, pasillos, balcones y mostradores, estas cámaras han permitido capturar robos en tiempo real, poniendo en evidencia la realidad de la inseguridad cotidiana y la dificultad de lograr justicia con pruebas en mano.

Existen numerosos ejemplos recientes:

Indignación tras robos en Centro Habana sin respuesta de autoridades

Cámaras de seguridad en una vivienda en Santiago de Cuba captan a ladrones en plena noche intentando robar un par de sillones de un balcón.

– En Santiago de Cuba, un robo nocturno a una vivienda quedó grabado detallando cómo varios ladrones forzaban la reja para llevarse muebles del balcón; la familia ya había sufrido otros intentos similares. A pesar de contar con video, dependen de la presión en redes para que la policía actúe.

– En El Vedado, La Habana, un ladrón fue captado robando en varias ocasiones en distintos negocios. Las imágenes, incluso mostrándole mirando directamente a la cámara, han sido compartidas para alertar y buscar la identificación ciudadana ante la aparente inacción oficial.

– En La Lisa, también en la capital, cámaras domésticas han registrado hurtos desde bombillos hasta artículos personales. Muchos residentes denuncian que, pese a entregar videos a la policía, la respuesta es casi nula y los delincuentes suelen quedar en libertad o sin proceso efectivo.

¿Por qué más cámaras, pero menos justicia ante robos?

El fenómeno no es aislado: la criminalidad en Cuba experimentó en 2024 un aumento del 50.7%, con un crecimiento en los robos del 232% respecto al año anterior —cifras que evidencian tanto el recrudecimiento de la crisis económica como la percepción de impunidad generalizada.

A pesar del material probatorio (videos, huellas, testimonios), la respuesta institucional rara vez es suficiente o transparente, y el sentimiento de indefensión se apodera del ciudadano común.

En este contexto, las redes sociales han evolucionado en herramienta de denuncia y de presión social; los propios afectados divulgan rostros, modales y “modus operandi” de los delincuentes, alimentando cadenas de solidaridad y autoprotección local —pero también de angustia.

La vida entre la vigilancia y la resignación

Lo que sucede en Monte e Indio no es un hecho aislado, sino parte de una tendencia alarmante. En un solo día, se han reportado hasta 12 robos en El Vedado, y la realidad parece ir más allá de lo documentado oficialmente.

La creciente ola delictiva, sumada a la sensación de que ni la tecnología ni la denuncia formal garantizan justicia, empuja a los cubanos a cuidarse por su cuenta y a confiar primero en sí mismos, luego en su comunidad, y solo en último término en las instituciones.

La historia de este local en Centro Habana, con cámaras y pruebas que nadie parece querer ver, podría ser la de cualquier vecino en cualquier barrio hoy en día. Los comerciantes y ciudadanos que exigen respuestas no sólo buscan justicia, sino una pizca de seguridad para seguir, cada día, abriendo la puerta y apostando por la vida en el barrio.

Mientras tanto, las cámaras seguirán grabando… y la ciudad seguirá esperando respuestas.

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