Pues resulta que en la Ciudad de México, las viejitas, niños y vecinos del barrio Tabacalera ahora discuten acaloradamente no por el precio del azúcar o el tráfico, sino porque se retiraron las estatuas del Che Guevara y Fidel Castro, esas dos figuras bronceadas y sentaditas en una banca que parecían la versión revolucionaria de Mickey y Minnie.
La cosa fue así: la alcaldesa Alessandra Rojo de la Vega (sí, la buena onda que llegó para poner orden) decidió que estas dos piezas de arte, instaladas desde 2017 sin papeles ni permisos, eran el “invitado no deseado” en su jurisdicción, y de un plumazo las mandó a recoger por “irregularidades administrativas”. Vamos, que ni siquiera les llenaron la solicitud para la carta de invitación.
Estatuas de Fidel y el Che vía express: De encuentro histórico a escondite municipal
El famoso “Monumento Encuentro”, donde Fidel y Che hacían la dupla sentada más cool del barrio, fue desmontado casi como cuando recoges la mesa tras una cena incómoda. Todo pasó tan rápido que ni el comité de monumentos (los que supuestamente hacen la guardia de las esculturas importantes) fue consultado.Según la alcaldesa, Rolando el trabajador municipal los empaquetó “porque sí”, sin un solo papel legal, como si fueran a regalo sorpresa. Ahora las estatuas están guardaditas mientras la alcaldía decide qué hacer con ellas. ¿Exhibición en bodega? ¿Reubicación secreta? Todo es misterio.
“¡Devuélvanos a Fidel y al Che!”: Los deseos de los fans y la grieta política
Pero como buen culebrón a la mexicana, la historia no termina ahí. Organizaciones como el Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba y la Asociación de Cubanos Residentes José Martí, además de vecinos que se sienten soberanos guardianes de la revolución, se organizaron para exigir la devolución de las estatuas con gritos nada tabasqueños:
“¡Este parque es de Fidel, este parque es del Che!” y “¡Cuba sí, Alessandra no!”.
Por si fuera poco, los jóvenes del ala socialista del Partido Popular Socialista acusaron a los partidos institucionales (PRI y PAN) de orquestar la remoción para “desmovilizar la izquierda”, y hasta Luis Flores, portavoz juvenil, llamó ignorante a la alcaldesa.
¿Esculturas en subasta? La propuesta con “toque neoliberal”

La Jornada
En un giro digno de novela, la propia alcaldesa lanzó una propuesta digna de antología: si tanto los quieren, que les paguen de su bolsillo. Siendo sarcástica, dijo que podían comprar las estatuas en subasta, porque ya basta de que el pueblo (es decir, todos nosotros) pague por artísticos dictadores que ni nos invitaron a la fiesta.
¿Imaginan a los coleccionistas de dictadores peleándose en la puja? Un culebrón social con bronce de lujo y habanos ficticios incluidos.
La jefa de gobierno de CDMX pone orden… o casi
Mientras todo esto ocurría, la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum buscaba mantenerse en la zona “histórica y cultural”. Declaró que las estatuas sí tienen valor simbólico y trató de mediar para que regresen, pero “con los papeles en regla”, que para eso están las normas.
Así que mientras el parque Tabacalera se debate entre “fin de la era Fidel-Che” y “la revolución cultural en pausa”, el destino de las esculturas sigue siendo un misterio.
El qué dirán y el espacio público: Ni Che, ni Fidel… ¿y los vecinos?
Algunos vecinos celebraron la retirada como una victoria para liberar el espacio público de los “símbolos autoritarios”, mientras que otros consideran que es un teatro político que no atiende las verdaderas necesidades locales. Por si fuera poco, la activista Ceci Flores ironizó diciendo: “Ojalá las autoridades nos defendieran como a estas estatuas”, en clara alusión a la violencia cotidiana que pocos ven resolverse.