El Gobierno cubano flexibiliza las importaciones de energía solar, pero… ¿realmente beneficia al pueblo?
En medio de una de las peores crisis energéticas de los últimos 30 años, el Gobierno cubano ha anunciado con bombos y platillos una medida que ha despertado expectativas (y también escepticismo): beneficios aduaneros para la importación de paneles solares.
La decisión pretende ser un impulso hacia la transición energética, pero también evidencia las urgencias estructurales que arrastra el país y la desesperación por buscar alivios fuera del sistema estatal.
Cuba y el sol: una relación desaprovechada

Baseton
Si algo le sobra a Cuba es sol. Durante años, expertos han señalado el potencial enorme que tiene la isla para aprovechar la energía solar fotovoltaica. Sin embargo, el desarrollo de esta tecnología ha sido lento, fragmentado y con escasa participación ciudadana.
Históricamente, el monopolio estatal del sistema energético, los altos costos de adquisición de paneles solares y las limitaciones aduaneras han convertido esta opción en un privilegio, no en una alternativa viable para la mayoría.
En lugar de fomentar la autogeneración, el discurso oficial priorizó durante años megaproyectos estatales, muchos de ellos sin resultados visibles.
Crisis energética sin precedentes

Paneles solares en Cuba/ El Toque
En 2024 y 2025, la crisis energética en Cuba alcanzó niveles dramáticos. Apagones diarios, a veces de más de 12 horas, afectaron la vida cotidiana, la producción agrícola, los servicios de salud y hasta el estudio de los niños. Todo, mientras las plantas termoeléctricas nacionales envejecían sin repuestos y los convenios petroleros con Venezuela y Rusia se tambaleaban.
En este contexto, la apertura aduanal para importar paneles solares se presenta como un salvavidas. Según las nuevas regulaciones, los ciudadanos pueden importar sin carácter comercial sistemas solares fotovoltaicos, sin pagar aranceles ni impuestos aduaneros, una medida que incluye no solo los paneles, sino también baterías, inversores y demás componentes necesarios.
¿Medida salvadora o parche temporal?
La decisión, sin duda, es un avance. Pero conviene analizarla con mirada crítica y desde la experiencia del cubano de a pie. ¿Quiénes pueden realmente aprovechar este beneficio?
Los paneles solares no se venden en las tiendas cubanas.
Comprar un sistema completo cuesta entre 1,000 y 5,000 dólares o más en el exterior.
No todos los cubanos tienen familiares en el extranjero dispuestos (o en condiciones) de enviar ese tipo de equipos.
Además, los sistemas que se instalan sin asistencia técnica profesional pueden presentar riesgos, desde fallos eléctricos hasta incendios. Y actualmente, no hay una red clara de instaladores certificados, ni programas de formación popular para fomentar su uso seguro.
En otras palabras, sí hay beneficios aduaneros, pero no un ecosistema que los sostenga ni los haga accesibles para la mayoría.
Las causas del giro aduanero

Paneles Solares en Cuba/ EFE
Detrás de esta apertura no hay un repentino interés por democratizar la energía, sino la presión social y la incapacidad del Estado para garantizar el suministro básico de electricidad.
Los constantes apagones han generado descontento popular, afectaciones económicas y crecientes reclamos en redes sociales y espacios comunitarios.
El Gobierno, sin recursos para nuevas inversiones estatales, ha optado por liberar algunas restricciones para que sean los ciudadanos quienes busquen sus propias soluciones. Esto ha ocurrido también con los generadores eléctricos, las motocicletas eléctricas, y ahora, con los paneles solares.
Consecuencias e impacto desigual
La consecuencia más inmediata de esta medida será un aumento de las desigualdades energéticas. En barrios donde algunos vecinos puedan instalar paneles, tendrán refrigeración, ventiladores, luces e incluso conexión a internet. Mientras, otros —sin remesas ni contactos en el extranjero— seguirán dependiendo del sistema colapsado y sin saber cuándo les volverá la luz.
Además, la falta de regulación técnica puede traducirse en pérdidas materiales, fraudes o instalaciones defectuosas. Es urgente que las autoridades acompañen esta apertura con información pública, asesoramiento técnico y una verdadera estrategia para incluir a todos.
¿Energía para todos o privilegio solar?
El beneficio aduanero para los paneles solares en Cuba es, sin duda, una buena noticia. Pero es una buena noticia a medias, si no se acompaña de otras políticas inclusivas. Porque la energía no debería ser un privilegio, sino un derecho básico. Y mientras no exista una política nacional que garantice acceso igualitario a estas tecnologías, seguiremos viendo cómo la crisis se resuelve con soluciones personales, y no colectivas.
El sol brilla para todos. Pero hoy, en Cuba, no todos pueden convertir esa luz en energía.