El viernes 17 de octubre de 2025, el Consejo de Estado de la República de Cuba aprobó, a propuesta del presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez y con el visto bueno del Buró Político del Partido Comunista de Cuba, la promoción de Óscar Pérez-Oliva Fraga al cargo de viceprimer ministro de la República, al tiempo que mantiene su puesto como ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera (MINCEX).
Este movimiento, más allá de ser una simple rotación burocrática, refleja de manera nítida el funcionamiento del poder dentro del régimen cubano: un relevo interno, con sangre familiar y militar, que busca mantener intacta la estructura de privilegios. A continuación, analizamos quién es Pérez-Oliva Friga, qué trayectoria tiene, y cuáles podrían ser las verdaderas intenciones detrás de su ascenso.
Quién es Óscar Pérez-Oliva Fraga
Óscar Pérez-Oliva Fraga, nacido aproximadamente en 1971 (54 años en 2025), es un ingeniero electrónico graduado de la Universidad Tecnológica de La Habana “José Antonio Echeverría” (CUJAE).
Su trayectoria en la esfera estatal cubana se ha desarrollado mayormente en torno a estructuras de comercio exterior e inversión. Antes de alcanzar su puesto actual, ocupó cargos como director general de la empresa Maquimport, director de Evaluación de Negocios de la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZED Mariel), viceministro y viceministro primero del MINCEX, y finalmente ministro desde mayo de 2024.
Desde el punto de vista familiar, Pérez-Oliva Fraga pertenece al círculo íntimo del poder castrista: es hijo de Mirsa Fraga Castro (bióloga) — nieta de Ángela Castro (la hermana menor de Fidel y Raúl Castro) — y sobrino de José Antonio Fraga Castro, ex-presidente de la empresa estatal biotecnológica LABIOFAM hasta 2014. En otras palabras, su ascenso no responde únicamente a méritos profesionales: pertenece a la «familia».
En su breve mandato al frente del MINCEX, Pérez-Oliva Fraga ha priorizado la atracción de inversión extranjera, defendiendo públicamente la cooperación con empresas rusas, en lo que constituyen gestos de política exterior económica del régimen.
¿Qué implica su nombramiento?

Ecured
Desde un enfoque crítico hacia el modelo de poder cubano, este nombramiento plantea varias claves que no conviene soslayar:
Consolidación familiar del poder: El ascenso de alguien con lazos directos con la familia Castro revela que la renovación que proclama el régimen —sobre todo ante la crisis económica y social— es superficial. Sigue primando la lógica del linaje y la lealtad política sobre la eficiencia administrativa.
Militarización y economía cerrada: Pérez-Oliva Fraga fue formado dentro del sistema empresarial estatal vinculado a la ZED Mariel, bajo tutelaje de figuras militares como el fallecido general Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, vinculado al grupo GAESA. Esto refuerza la continuidad del dominio militar-empresarial sobre la economía cubana.
Imagen técnica para ocultar ausencia de reformas reales: La propaganda oficial destaca su perfil de ingeniero «que ha transitado desde la base». Pero ese sello técnico puede servir más para legitimar su nombramiento que para adelantar una verdadera modificación del modelo económico: la agenda sigue siendo la misma, bajo los mismos actores.
Refuerzo en la gestión de divisas externas: Su rol simultáneo como ministro del Comercio Exterior y ahora viceprimer ministro sugiere que el verdadero objetivo es acentuar el control estatal sobre la inversión extranjera, los ingresos por exportación y el flujo de divisas, en un momento en que la economía cubana está en crisis profunda.
Señal política hacia el exterior: Promoviendo a una figura joven (relativamente) y ligada a la «nueva generación», el régimen puede estar buscando proyectar una imagen de renovación ante socios y potenciales inversionistas. Sin embargo, el núcleo del poder —el Partido, el aparato militar y la familia— permanece invariable.
¿Qué se puede esperar de esta maniobra?
Partiendo de lo anterior, algunas hipótesis especulativas sobre las verdaderas intenciones podrían formularse:
- Reordenar la economía ante urgencias de liquidez: Cuba atraviesa un momento de escasez de divisas, inflación, apagones y emigración masiva. Nombrar a un personaje con perfil comercial-inversionista indica que el régimen está apostando por refrescar su «plataforma económica exterior», en un intento de captar capitales que alivien la crisis interna.
- Control más directo desde el centro: Al poner a Pérez-Oliva Fraga en la vicepresidencia del gobierno, el régimen busca que el MINCEX y su interlocución internacional queden más estrechamente supervisadas desde el nivel más alto del Ejecutivo, sin perder tiempo en procesos intermedios. Esto puede interpretarse como una “centralización de mando” sobre las inversiones y el comercio exterior.
- Blindaje de la élite frente al desgaste social: Con el descontento popular creciendo —por los apagones, la pérdida del poder adquisitivo, la migración— el régimen necesita demostrar que actúa, aunque sea simbólicamente. El ascenso de un relativamente joven funcionario puede actuar como cortina de humo de un cambio real que no ocurrirá.
- Mantenimiento del status quo de privilegios: La continuidad en funciones de un miembro de la familia Castro indica que no hay ruptura con la lógica de acumulación estatal, militar y familiar que ha caracterizado al régimen. Es, en esencia, una renovación estética más que sustantiva.
Conclusión
El ascenso de Óscar Pérez-Oliva Fraga a viceprimer ministro confirma lo que muchos analistas independentistas y críticos del régimen advierten desde hace años: en Cuba no existe una auténtica apertura política ni un relevo real del poder, sino un reciclaje de los mismos actores bajo nuevo ropaje.
Mientras el pueblo cubano enfrenta una crisis multidimensional —económica, social y de libertades—, el nombramiento de Pérez-Oliva Fraga puede resultar más riesgoso que esperanzador. Porque aunque su perfil pueda parecer nuevo o técnico, el fondo de la cuestión no cambia: la falta de transparencia, la concentración del poder y la subordinación de las reformas al control del aparato político-militar siguen siendo el núcleo del modelo cubano.
El reto real, entonces, no pasa por quién ocupa la oficina, sino por qué se habilita esa oficina en un sistema donde la rendición de cuentas, la pluralidad política y la participación ciudadana continúan siendo tabúes.
