Los inmigrantes son más los buenos que los malos
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En los últimos meses, la vida de millones de inmigrantes en Estados Unidos se ha visto marcada por una serie de medidas restrictivas impulsadas por la administración de Donald Trump. Estas políticas han generado temor, incertidumbre y una creciente sensación de persecución entre quienes, lejos de ser una amenaza, llegamos a este país buscando oportunidades, huyendo de la violencia y la falta de democracia en nuestros países de origen, y con la firme intención de trabajar y contribuir al desarrollo de la nación.
Las medidas de Trump contra los inmigrantes
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Desde su regreso al poder, Donald Trump ha endurecido aún más su política migratoria. Entre las acciones más recientes se encuentra una orden ejecutiva que amenaza a los indocumentados con duras consecuencias: prisión, multas enormes, confiscación de propiedades, embargo de sueldos y deportaciones sorpresivas y forzadas. Además, se ha lanzado un programa de “autodeportación”, que ofrece incentivos económicos para quienes decidan irse voluntariamente, pero advierte que, pasado un plazo de 60 días, se intensificarán las expulsiones con la contratación de miles de agentes para llevar a cabo una “campaña intensiva” de deportaciones.
A esto se suman otras medidas, como la suspensión del asilo en la frontera sur, la obligación de los solicitantes de asilo de permanecer en México mientras se tramitan sus casos, y la eliminación de programas humanitarios como el parole, que protegía de la deportación a cientos de miles de personas de países como Cuba, Haití, Venezuela y Nicaragua. Estas políticas no solo dificultan la vida de los inmigrantes, sino que también los privan de la posibilidad de trabajar legalmente y de acceder a servicios básicos, exponiéndolos a la explotación y la vulnerabilidad.
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La realidad de los inmigrantes: venimos a trabajar y a mejorar
Frente a la retórica que nos presenta como una “invasión” o una amenaza, la realidad es que la gran mayoría de los inmigrantes venimos a Estados Unidos con la intención de trabajar, progresar y aportar a la sociedad. Muchos escapamos de dictaduras y regímenes antidemocráticos, buscando libertad, seguridad y un futuro mejor para nuestras familias.
Lejos de ser una carga, los inmigrantes somos un motor fundamental para la economía estadounidense. Contribuimos creando empleos, emprendiendo negocios, ocupando puestos difíciles de cubrir y pagando impuestos que sostienen los servicios públicos. Nuestra diversidad enriquece la cultura y fortalece el tejido social del país
Diversos estudios demuestran que los inmigrantes son un pilar fundamental para la economía y la sociedad de Estados Unidos. Según el Pew Research Center, los inmigrantes indocumentados representan cerca del 5% de la fuerza laboral estadounidense, desempeñándose principalmente en sectores esenciales como la agricultura, la construcción y los servicios. Además, el Instituto de Política Fiscal y Económica (ITEP) reportó que solo en 2022, los trabajadores indocumentados pagaron más de 96.700 millones de dólares en impuestos.
El impacto va más allá del pago de impuestos. Un análisis del Consejo Americano de Inmigración señala que los inmigrantes generan riqueza inmobiliaria, aportan a la seguridad social y a Medicare, y son indispensables en industrias clave como la salud, la tecnología y la agricultura6. De hecho, un estudio reciente estima que los inmigrantes agregaron aproximadamente 2,2 billones de dólares al PIB de Estados Unidos en 2022, lo que representa alrededor del 8% del producto interno bruto nacional.
El espíritu emprendedor de los inmigrantes también es notable: más del 55% de las empresas emergentes estadounidenses han sido fundadas o cofundadas por inmigrantes, según la National Foundation for American Policy. Además, entre 2000 y 2022, los inmigrantes representaron casi el 75% del crecimiento de la población en edad de trabajar en el país, ayudando a sostener la fuerza laboral y el sistema de seguridad social.
Como concluye un análisis del Peterson Institute for International Economics, “las deportaciones masivas aumentarían los precios, costarían empleos y dañarían la economía estadounidense”. Estos datos reafirman que los inmigrantes no solo venimos a trabajar y a mejorar, sino que somos una fuerza positiva y necesaria para el desarrollo y el bienestar de Estados Unidos.
Los inmigrantes son más los buenos que los malos
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Es injusto y peligroso generalizar y criminalizar a toda una comunidad por el actuar de unos pocos. Los datos muestran que la mayoría de los inmigrantes respetamos las leyes, trabajamos duro y aspiramos a integrarnos plenamente en la sociedad estadounidense. Somos padres, madres, hijos y trabajadores que soñamos con contribuir y vivir en paz.
La historia de Estados Unidos está hecha de migrantes. Negarles la oportunidad a quienes huyen de la opresión y la pobreza es traicionar los valores de libertad y oportunidad que han hecho grande a este país.
Los inmigrantes son más los buenos que los malos. Un llamado a la empatía y la justicia
Las políticas de mano dura no resuelven los desafíos migratorios, solo generan sufrimiento y dividen a la sociedad. Es momento de reconocer que los inmigrantes somos, en su inmensa mayoría, personas de bien, que venimos a sumar y a buscar una vida digna. Pedimos respeto, comprensión y la oportunidad de demostrar que, en Estados Unidos, los emigrantes somos más los buenos que los malos