Inicio del ensayo clínico con Jusvinza
El Hospital Provincial Clínico Quirúrgico “Comandante Faustino Pérez” de Matanzas inició en diciembre de 2025 un ensayo clínico con el medicamento Jusvinza, desarrollado por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB). El objetivo es evaluar su eficacia en pacientes con poliartritis residual tras haber padecido chikungunya, una de las secuelas más discapacitantes de esta enfermedad viral.
El tratamiento consiste en nueve dosis subcutáneas distribuidas en seis semanas, y está dirigido a personas entre 19 y 80 años que mantienen síntomas articulares por más de tres meses. La investigación está liderada por la Dra. Yudisay Reyes Pelier, especialista en Oncología y miembro del Grupo de Investigaciones Clínicas del CIGB.
Una epidemia silenciada

Americateve
Aunque el inicio del ensayo clínico representa un avance científico, la realidad sanitaria en Cuba es mucho más grave. El Gobierno reconoció oficialmente 33 muertes por dengue y chikungunya, de las cuales 21 eran menores de edad. Sin embargo, registros independientes documentan al menos 87 fallecimientos, casi el triple de las cifras oficiales.
Organizaciones como el Observatorio Cubano de Conflictos y la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba han denunciado que el régimen minimiza la magnitud de la crisis, ocultando datos y limitando la información pública. Este ocultamiento recuerda lo sucedido durante la pandemia de COVID-19, cuando las cifras oficiales fueron muy inferiores a las estimaciones independientes.
El impacto del virus en la población

EFE /Cristaldo Benítez
La epidemia de arbovirosis (dengue, chikungunya, zika y oropouche) ha afectado a un tercio de la población cubana. Los hospitales se encuentran colapsados, con escasez de medicamentos, sueros y personal médico, lo que ha provocado que muchos pacientes fallezcan sin recibir atención adecuada.
La falta de fumigaciones y campañas efectivas de control del mosquito Aedes aegypti ha facilitado la propagación del virus. En barrios de La Habana y otras provincias, los ciudadanos denuncian que las brigadas de fumigación apenas aparecen, mientras los casos se multiplican.
Ciencia frente a crisis estructural

El desarrollo de Jusvinza muestra la capacidad de la biotecnología cubana para generar soluciones innovadoras. El medicamento ya había sido utilizado durante la pandemia de COVID-19 para tratar complicaciones inflamatorias graves. Sin embargo, la ciencia no puede suplir las carencias estructurales del sistema de salud cubano, marcado por la falta de recursos, la migración de profesionales y la precariedad hospitalaria.
El ensayo clínico en Matanzas refleja un esfuerzo por atender las secuelas del chikungunya, pero no aborda la raíz del problema: la epidemia sigue activa y el Gobierno se niega a reconocerla como tal.
Crítica al ocultamiento oficial
La negativa del régimen a reconocer la magnitud de la epidemia tiene consecuencias directas:
- Subregistro de muertes: las cifras oficiales no reflejan la realidad, lo que impide una respuesta adecuada.
- Desinformación ciudadana: la población carece de datos claros para protegerse y exigir medidas.
- Falta de transparencia internacional: organismos como la OMS reciben información incompleta, dificultando la cooperación.
- Impacto en menores: la mayoría de las muertes reportadas corresponden a niños y adolescentes, lo que evidencia la vulnerabilidad de los grupos más frágiles.
El inicio del ensayo clínico con Jusvinza en Matanzas es un paso importante para la ciencia cubana, pero no puede ocultar la crisis sanitaria que atraviesa el país. La epidemia de chikungunya y dengue ha cobrado decenas de vidas, muchas de ellas ocultas por el Gobierno, que insiste en minimizar la emergencia.
La contradicción entre el avance científico y el ocultamiento oficial refleja la paradoja de Cuba: un país capaz de desarrollar medicamentos innovadores, pero incapaz de garantizar transparencia, recursos y atención médica adecuada para su población.
La verdadera solución no está solo en un ensayo clínico, sino en reconocer la epidemia, transparentar las cifras y fortalecer el sistema de salud. Mientras eso no ocurra, la población seguirá enfrentando una crisis que se intenta silenciar, pero que se vive en cada barrio, hospital y familia.