En un nuevo episodio de improvisación y negligencia institucional, el Gobierno cubano ha anunciado con bombos y platillos el inicio de la producción de un repelente natural contra los mosquitos transmisores de arbovirosis.
La Empresa Laboratorio Farmacéutico de Líquidos Orales (Medilip), en coordinación con la Empresa Farmacéutica provincial, ha comenzado a fabricar un producto a base de extractos de neem y caña santa. Según fuentes oficiales, ya se han envasado 1 500 unidades en formato de un litro.
Pero, ¿qué sentido tiene esta medida cuando la mayoría de la población ya ha sido infectada por virus como el dengue, zika o chikungunya? ¿A quién pretende engañar el régimen con esta supuesta “respuesta sanitaria”?
Una reacción tardía ante una crisis anunciada
Alexander Jesús Figueredo Izaguirre/Facebook
La situación epidemiológica en Cuba no es nueva. Desde hace meses, los hospitales han colapsado por el aumento de casos de enfermedades transmitidas por mosquitos.
Las quejas de la población han sido constantes: falta de fumigación, escasez de medicamentos, y una total ausencia de planificación preventiva. Sin embargo, no fue hasta ahora —cuando el daño ya está hecho— que el Estado decide actuar.
La producción de este repelente, descrito en el Formulario Nacional de Fármacos y Apifármacos, se presenta como una solución milagrosa. Pero su aplicación debe repetirse cada tres o cuatro horas, del cuello hacia abajo, y solo puede usarse en mayores de tres años.
¿Quién puede permitirse un litro de repelente cada pocos días en un país donde el salario promedio no alcanza ni para cubrir lo básico?
1 500 unidades para 11 millones de personas: una burla
Cubasí
La cifra anunciada —1 500 unidades— es simplemente ridícula. En un país con más de 11 millones de habitantes, esta producción inicial no alcanza ni para cubrir una barriada.
Y aunque se ha prometido ampliar la fabricación a envases de 120 ml, 250 ml y 2 litros, todos sabemos cómo funciona la distribución en Cuba: lo poco que se produce termina en manos de unos pocos.
Telegram: el verdadero mercado farmacéutico cubano
Captura de pantalla/Telegram/Cubadebate
La experiencia nos dice que estos productos no llegarán a las farmacias. En lugar de eso, aparecerán en los grupos de Telegram, donde se venden medicamentos a precios de escándalo.
Allí, el repelente natural se ofrecerá como “producto exclusivo”, con etiquetas de “importado” o “hecho en Cuba, pero no disponible en farmacias”. Y mientras tanto, el pueblo seguirá expuesto a enfermedades que podrían haberse evitado con una gestión responsable.
Este fenómeno no es nuevo. En Cuba, el mercado negro se ha convertido en el verdadero sistema de salud. Desde antibióticos hasta analgésicos, todo se consigue por vías informales, a precios que solo una minoría puede pagar.
El Estado, incapaz de garantizar el acceso equitativo a productos esenciales, ha cedido el control a una economía paralela que se alimenta de la escasez.
¿Dónde está la rendición de cuentas?
Fumigación en La Habana/ AP
Lo más indignante es la falta de autocrítica. En lugar de reconocer su fracaso, el Gobierno presenta esta producción como un logro.
Pero no hay mención alguna de por qué no se actuó antes, de por qué no se fumigó a tiempo, de por qué se permitió que los hospitales se desbordaran. No hay responsables, no hay disculpas, no hay soluciones reales.
El inicio de la producción del repelente natural es, en el mejor de los casos, un parche mal colocado. En el peor, es una estrategia propagandística para desviar la atención de una crisis sanitaria que ha sido mal gestionada desde el principio.
Mientras tanto, los cubanos siguen enfrentando una realidad donde la salud pública depende más de un grupo de Telegram que de las instituciones del Estado.