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Enfermera detenida por robo de medicamentos en Manzanillo

Enfermera detenida por robo de medicamentos en Manzanillo

Una postal de la crisis de salud en Cuba

by Chela
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En estos días, las noticias de la Isla vuelven a estremecerse con un caso que, lejos de ser un hecho aislado, parece formar parte de un triste patrón: una enfermera del Hospital Celia Sánchez Manduley, en Manzanillo, provincia de Granma, fue sorprendida con medicamentos e insumos que, en vez de estar salvando vidas, eran desviados con fines desconocidos.

Para muchos cubanos, este episodio no solo revela la desesperación y el malestar de los hospitales, sino también los dilemas éticos y sociales a los que se enfrentan quienes trabajan en el sistema de salud pública.

¿Cómo ocurrió el robo de medicamentos en Manzanillo?

Enfermera detenida por robo de medicamentos en Manzanillo

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Los detalles del caso, aunque conocidos en las comunidades médicas y por los habitantes de Manzanillo, son crudos: la enfermera fue interceptada y detenida por autoridades mientras intentaba sacar medicamentos e insumos médicos del hospital de forma irregular.

No era poco lo que llevaba consigo; el cargamento incluía fármacos esenciales y materiales que, con suerte, deberían haber estado al alcance de los pacientes hospitalizados y no a punto de engrosar el mercado clandestino.

La rápida acción policial puso fin a este intento, impulsada por denuncias sobre robos continuos en el centro y la propia desesperación de la población, que nota cómo los medicamentos “desaparecen” mientras las farmacias y hospitales siguen vacíos.

El espejo roto: otros casos que conmocionan

Enfermera detenida por robo de medicamentos en Manzanillo

Captura de Pantalla

El caso de Manzanillo no es un solitario en la geografía nacional. En los últimos años, distintos hospitales cubanos se han visto envueltos en situaciones similares. ¿Hasta dónde llega la desesperación en las salas médicas?

– En el Hospital Abel Santamaría Cuadrado de Pinar del Río, un enfermero fue detenido saliendo con insumos esenciales.

El destino: el mercado negro, donde ampollas, jeringuillas, cremas y blísteres de medicamentos se pagan a precio de oro. La policía incluso desmanteló la red, involucrando a distribuidores que se encargaban de vender estos productos “por fuera”, mientras las farmacias públicas seguían de brazos cruzados ante la escasez.

– El escándalo tocó también el Hospital Arnaldo Milián Castro, en Santa Clara, donde un asistente fue capturado vendiendo ampolletas y jeringuillas. Aquí, el trasfondo es aún más desgarrador: los hospitales carecen de lo básico, y los precios de los medicamentos en la calle resultan inalcanzables para la mayoría, perpetuando la desigualdad en el acceso a la salud.

– En Ciego de Ávila, personal de enfermería y de servicios estuvo implicado en una serie de robos con apropiación de medicamentos destinados, irónicamente, a pacientes de COVID-19. La investigación concluyó que gran parte de los implicados eran trabajadores administrativos o sanitarios, encargados, precisamente, de velar por estos insumos.

¿Por qué ocurre esto? ¿Es solo corrupción o hay algo más profundo descomponiendo el tejido hospitalario?

Enfermera detenida por robo de medicamentos en Manzanillo

IA

Hablar de salud pública en Cuba, en 2025, es hablar de carencias: más del 70% de los medicamentos y productos básicos faltan en las farmacias y hospitales. De los 651 productos del cuadro básico de medicamentos, más de 460 están en falta o con muy baja disponibilidad.

Los hospitales no solo carecen de medicinas, sino también de insumos tan simples como jeringuillas, sábanas, guantes o incluso agua potable. Hay centros hospitalarios sin ambulancias y donde los pacientes esperan horas o días por atención básica, o son trasladados con recursos propios, pues el sistema de urgencias también está colapsado.

Las infraestructuras hospitalarias muestran señales de abandono: paredes con moho, salones cerrados por falta de condiciones, equipos obsoletos, falta de climatización y presencia de insectos. Si a esto sumamos salarios que no alcanzan lo necesario y turnos extenuantes, el caldo de cultivo para la desesperanza y la corrupción está servido.

Un círculo vicioso de necesidad y delito

La corrupción, el robo y la reventa de medicamentos no pueden analizarse solo desde la falta de valores individuales o la codicia. Los propios médicos y enfermeros denuncian que estos desvíos ocurren porque simplemente “no hay” y la gente –fuera y dentro del hospital– necesita sobrevivir.

El mercado negro de medicamentos prolifera porque ante la desesperación, siempre hay quien está dispuesto a pagar para salvar a un familiar, mientras otros se ven obligados a delinquir para poner algo más en la mesa.

¿Quién pierde cuando alguien roba insumos de un hospital? Pierde el pueblo: los pacientes, los que esperan un antibiótico o una jeringuilla desde hace semanas, los niños y ancianos que miran con resignación cómo la salud, ese patrimonio tan defendido en los discursos oficiales, se desvanece entre la burocracia y la corrupción.

Y pierden también los trabajadores honestos del sector, que, muchos días, solo pueden ofrecer “no hay”, como respuesta a los enfermos que se acercan en busca de esperanza.

La historia de la enfermera atrapada en Manzanillo es apenas un reflejo de una crisis más grande, profunda y dolorosa: una crisis donde la salud pública, otrora orgullo nacional, sobrevive a duras penas en la cuerda floja de la realidad cubana del siglo XXI.

 

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