El partido de vuelta de los octavos de final de la Copa Sudamericana 2025 entre Independiente de Avellaneda y Universidad de Chile quedó suspendido tras un estallido de violencia en las tribunas del Estadio Libertadores de América, dejando un saldo trágico y múltiples heridos.

El encuentro, que iba 1-1 en el marcador parcial y con la llave momentáneamente a favor de la U de Chile, se vio empañado por incidentes graves que comenzaron desde la primera mitad, cuando hinchas del equipo chileno lanzaron proyectiles hacia la barra de Independiente, conocida como los Diablos Rojos.

Según informó Marca América, los ánimos se encendieron y la situación derivó en enfrentamientos cada vez más violentos. Al inicio del segundo tiempo, tras una detonación, el árbitro tomó la difícil decisión de suspender el partido mientras los enfrentamientos continuaban, con jugadores refugiándose en los vestuarios y aficionados enfrentándose violentamente en las gradas.

Las escenas captadas en televisión y redes sociales mostraron imágenes estremecedoras, entre ellas un aficionado de Universidad de Chile lanzándose al vacío y otros afectados siendo trasladados en estado grave a hospitales cercanos. Uno de los hechos más repudiables fue la agresión física y la humillación hacia los seguidores chilenos, quienes además fueron despojados de sus prendas por parte de la hinchada local, que exhibió la ropa como una burla en las tribunas.

En paralelo, periodistas chilenos que cubrían el partido permanecieron atrapados en el estadio, denunciando falta de seguridad ante la presencia masiva de hinchas de Independiente que incluso bajaron a la cancha. En materia de seguridad, se contabilizan más de 90 detenciones vinculadas a los hechos y varios heridos en condición grave.

A la fecha del último reporte, lamentablemente se confirmó el fallecimiento de tres aficionados y otro permanece en estado crítico bajo cuidados médicos. Las autoridades deportivas, incluida CONMEBOL y FIFA, están en proceso de evaluar las sanciones correspondientes ante este grave episodio que vuelve a destapar la persistente violencia en el fútbol sudamericano, un problema que no parece encontrar solución pese a los múltiples llamados y campañas para erradicarla de los estadios.