Disautonomía post-viral en Cuba: la secuela invisible después del chikungunya.

Foto tomada de revistas médicas
En los últimos años, Cuba ha enfrentado dos grandes olas virales que han dejado síntomas persistentes en una parte importante de la población.
Primero la COVID-19 y más recientemente el chikungunya han provocado que muchas personas comiencen a experimentar sensaciones desconocidas: mareos al ponerse de pie, taquicardias repentinas, falta de aire sin causa pulmonar, frío en manos y pies, temblores, debilidad súbita en el estómago y episodios en los que el cuerpo parece “descontrolarse” sin que ningún análisis médico explique lo que ocurre.
Esta constelación de síntomas, cada vez más común, tiene un nombre que muchos aún desconocen: disautonomía post-viral.
Disautonomía post-viral en Cuba: la secuela invisible después del chikungunya.

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¿Qué es la disautonomía post-viral?
La disautonomía no es una condición inventada ni un problema psicológico.
Se trata de una alteración real del sistema nervioso autónomo, responsable de regular funciones automáticas como la presión arterial, la frecuencia cardíaca, la respiración, la digestión, la sudoración y la temperatura corporal.
Cuando este sistema se desajusta, la persona puede experimentar episodios de inestabilidad física que resultan intensos y alarmantes, aunque los estudios médicos no revelen daño estructural en los órganos.
¿Por qué ocurre después de infecciones virales?
Tras una infección fuerte, el cuerpo puede quedar inflamado y las fibras nerviosas que controlan las funciones automáticas se vuelven más sensibles o más lentas para responder.
Es como si el organismo perdiera temporalmente la capacidad de autorregulación.
Este fenómeno se ha descrito no solo tras el chikungunya y la COVID-19, sino también después del dengue, influenza, Epstein-Barr y otros virus.
Aunque la mayoría de los estudios provienen de otros países, Cuba está viviendo una verdadera ola de disautonomía post-infecciosa,muchas veces sin diagnóstico.
¿A quiénes afecta y cómo se manifiesta?
Esta condición puede aparecer en adultos mayores, jóvenes e incluso niños.
En los más pequeños ya se han reportado casos con fatiga extrema, mareos y taquicardias posturales.
En adultos, los síntomas suelen ser más intensos, especialmente si existen enfermedades previas como diabetes, anemia, hipertensión o trastornos tiroideos. Algunos pacientes sienten que el corazón “se dispara” al levantarse, otros se marean al estar de pie o sufren falta de aire sin que falte oxígeno.
También son frecuentes los temblores finos, sudoración irregular, palpitaciones nocturnas y episodios de “apagón” del cuerpo que generan ansiedad secundaria.
¿Tiene tratamiento y recuperación?
La buena noticia es que la disautonomía post-viral suele ser reversible.
Su mejoría no es inmediata, pero progresa con hidratación adecuada, aumento moderado de la sal (si está permitido), ejercicios de respiración, horarios de sueño estables, evitar el calor extremo y levantarse de manera progresiva.
En algunos casos ayudan vitaminas del complejo B, magnesio o medicamentos suaves para estabilizar la frecuencia cardíaca.
La clave es la paciencia informada y la adaptación gradual del organismo.
Reconocerla para no sentirse incomprendido
Comprender la disautonomía post-viral es fundamental para que los pacientes no crean que sus síntomas son “inventados” ni que todo se debe a ansiedad.
La ansiedad puede aparecer después, como reacción a episodios reales y muy molestos, pero el origen inicial es neurológico y post-infeccioso.
Saberlo les permite sentirse validados y entender que su cuerpo está pasando por un proceso de recuperación.
Una condición frecuente, pero poco reconocida en Cuba
Aunque no todos los médicos la mencionan, la disautonomía post-viral se ha vuelto una secuela frecuente en la población cubana.
Su duración puede variar entre semanas y meses, pero la evolución suele ser favorable.
Entender esta condición no sustituye la valoración médica, pero sí brinda claridad a quienes están enfrentando síntomas desconcertantes sin saber cómo llamarlos.
