¡Descubren oro verde a la orilla de la Autopista Nacional!
El legado que se cultiva con las manos
Rolando Hernández Abreu, conocido como Ñaño, llegó a esas tierras siendo apenas un bebé. Con el paso de los años, aprendió a dominar los secretos de la solanácea —el tabaco— y a sembrar con respeto y pasión. Aunque hoy la salud no le permite continuar en los surcos, el legado no se perdió: sus hijos han seguido el camino.
“Yo sueño con el tabaco, lo llevo en la sangre. A mis hijos los fui enseñando desde chiquitos. Los nuevos tienen que aprender, si no, ¿quién se queda con esto cuando los viejos falten?”, dice Ñaño con voz de nostalgia desde su taburete.

Abelito lleva más de 30 año dedicado al trabajo de la finca. Foto: Raidel Núñez Sánchez / Guerrillero
Tabaco bajo el sol: un cultivo que no perdona errores
La finca Oro Verde pertenece a la CCS Estelo Díaz, y Abel Hernández Páez —uno de los hijos de Ñaño— es quien lleva hoy el mando. Con dos caballerías dedicadas casi por completo al tabaco de sol, la familia no ha escapado a los embates del clima ni de las carencias. La pandemia, el paso del huracán Ian y la escasez de recursos han dificultado su labor, pero no han detenido la siembra.
“Solo pudimos sembrar 20 000 posturas por problemas con el agua. Pero seguimos adelante con cultivos varios”, explica Abel, quien desde los 14 años trabaja la tierra. Hoy lo acompaña su propio hijo, formando ya una tercera generación que se niega a renunciar a su herencia.
Descubren oro verde a la orilla de la Autopista Nacioja7¿Por qué se llama Oro Verde?
“El tabaco lo es todo para nosotros y para el país. Pero hay que saber cultivarlo. Desde la postura hasta el secado, cada paso cuenta”, asegura Abel.
Él prefiere sembrar en la primera quincena de noviembre, para adelantar la zafra y garantizar mejor calidad. El tabaco Habana ‘92 es su favorito: resistente a plagas y fiel en rendimiento. La pasada campaña lograron acopiar más de 1 400 cujes y esperan llegar a los 22 quintales.

Para Ñaño no hay nada mejor que cultivar tabaco. Foto: Raidel Núñez Sánchez / Guerrillero
Más allá del tabaco: alimento, sostenibilidad y compromiso social
Oro Verde no solo produce hojas para los famosos puros cubanos. También abastece con yuca y boniato al comedor de la escuelita de Las Ovas y al de los ancianos del Sistema de Atención a la Familia (SAF). Frutales, arroz, calabaza, maíz, ganado y aves completan el paisaje fértil de esta finca que parece una pequeña república agrícola.
Sin embargo, no todo es prosperidad: “El precio de la yuca no da resultado. Producir una mata cuesta 20 pesos y la libra se paga a ocho. No es justo para el campesino”, denuncia Abel.
El sueño de un biogás y la esperanza en la tierra
Abel no se detiene. A pesar de trabajar con yuntas de buey, sueña con tener un tractor y un sistema de biogás que le permita obtener energía eléctrica y fertilizante ecológico. Su visión va más allá de sobrevivir: quiere sostener lo que otros abandonan.
A la orilla de la Autopista Nacional, entre el humo del tabaco curado y los surcos que no descansan, una familia resiste, siembra, cosecha… y convierte la tierra en oro verde.