El Congreso de Economía en Cuba se clausuró en La Habana, mientras muchos cada día se preocupan que van a comer hoy. En el Palacio de las Convenciones de La Habana, el escenario habitual de grandes discursos y pequeños resultados, se cerró el noveno Congreso de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC).
El acto contó, como siempre, con la presencia estelar del presidente Miguel Díaz-Canel, quien una vez más demostró que la retórica es la única industria que no sufre crisis en la isla.
“Aquí no hay nadie vencido, aquí no hay nadie derrotado, aquí no hay nadie amilanado”, repitió Díaz-Canel, como si la frase pudiera llenar las góndolas vacías de los mercados o encender la luz en los barrios que pasan horas a oscuras.
La consigna, que suena más a autoayuda que a estrategia económica, fue seguida de otra perla: “Resistir avanzando”.
Pero, ¿qué significa avanzar cuando el salario promedio no alcanza ni para comprar un pollo y la inflación devora los ahorros de toda una vida?
El mandatario insistió en el Congreso de Economía en Cuba que “para lograr soluciones integrales a los temas económicos, es fundamental tener una visión social”. Sin embargo, mientras los economistas debatían sobre la importancia de la ciencia y la integración de las disciplinas, en las calles de La Habana, Santiago o Camagüey, lo único que se integraba eran las colas interminables para comprar productos básicos, mientras los apagones y la escasez de medicinas se convertían en parte del paisaje cotidiano.
Congreso de Economía en Cuba en el país sin economía
Organizar un congreso de economía en un país que prácticamente carece de ella es, cuanto menos, irónico. Cuba atraviesa su peor crisis económica desde la independencia en 1898, según expertos internacionales y nacionales.
El PIB sigue cayendo, la inflación es galopante y la producción nacional, especialmente la agrícola, está por los suelos. Los cubanos de a pie no necesitan estadísticas para saberlo: basta con abrir la nevera o intentar comprar un litro de leche.
El gobierno reconoció el fracaso de la “Tarea Ordenamiento”, un ambicioso plan que pretendía revitalizar la economía y que terminó siendo otro de los tantos intentos fallidos en la historia reciente de la isla.
El programa, que incluía una unificación monetaria y una serie de reformas, no solo no logró sus objetivos, sino que agravó la inflación y aceleró el éxodo de cubanos hacia Estados Unidos y otros países. “El año 2023, que supuestamente sería mejor para todos los cubanos, se manifestó como el peor de todos”, admitió incluso la prensa oficial.
Realizan Congreso de Economía mientras las deudas crecen
Apagón en La Habana/ Cubanet
Mientras Díaz-Canel hablaba de “talento colectivo” y “compromiso ético”, en el Congreso de Economía, la deuda externa de Cuba sigue siendo un elefante en la habitación. El país ha logrado una nueva reestructuración de su deuda con el Club de París, pero nadie sabe exactamente cómo pagará lo que debe.
La deuda cubana supera los 20 mil millones de dólares y, según el economista Pedro Monreal, era la segunda más grande de América Latina y el Caribe en 2023, solo superada por la de Venezuela. El gobierno cubano ha dejado de pagar a sus acreedores y proveedores, y las divisas escasean tanto como el pan.
Díaz Canel en clausura del Congreso de Economía y Contadores/ PL
La inclusión de Cuba en la Lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo ha complicado aún más el panorama, generando retrasos en los pagos internacionales y dificultando cualquier intento de recuperación económica. “Limitadísimas divisas” y “costos incrementados” son frases que Díaz-Canel repite en sus discursos, pero que no se traducen en soluciones reales para la población.
Persisten en Congreso de Economía, mientras Cuba es éxodo y desesperanza
IA
El fracaso económico ha provocado una migración masiva. Solo en los últimos dos años, más de medio millón de cubanos han abandonado la isla, muchos de ellos arriesgando sus vidas en el mar o atravesando selvas y fronteras.
La estampida es tan grande que el propio gobierno ha reconocido el impacto negativo de la Tarea Ordenamiento, aunque siempre culpa al “imperio” por promover la emigración ilegal.
Mientras tanto, los cuentapropistas —los emprendedores cubanos— siguen esperando que se desbloquee la concesión de licencias para nuevos negocios, una medida que se prometió pero que lleva meses paralizada.
“No habrá espacio para quienes aspiran a una restauración capitalista”, advirtió Díaz-Canel en su primer discurso como presidente, dejando claro que la apertura económica no es una prioridad para el gobierno.
Mucho congreso de economía ¿Y el pan?
En medio de tanta consigna y tan pocos resultados, el cubano de a pie se pregunta cuándo llegará el día en que las palabras se conviertan en acciones. Mientras el gobierno insiste en la “resistencia creativa” y la “inteligencia colectiva”, la realidad es que la economía cubana está más cerca del colapso que de la recuperación.
El congreso de economía fue, una vez más, un espacio para repetir frases vacías y evadir responsabilidades. “Cada vez me convenzo más de que sí lo vamos a superar”, dijo Díaz-Canel, pero la pregunta que nadie responde es: ¿cuándo? Mientras tanto, los cubanos siguen buscando una salida, dentro o fuera de la isla, porque la esperanza, como el pan, escasea.
El congreso de economía en Cuba fue, una vez más, un ejercicio de retórica y evasión. Mientras el gobierno insiste en consignas y lemas, la economía sigue en caída libre y la población sufre las consecuencias.
El fracaso de la Tarea Ordenamiento, la deuda externa impagable y el éxodo masivo de cubanos son solo algunos ejemplos de la profunda crisis que atraviesa el país. Y mientras Díaz-Canel repite que “aquí no hay nadie vencido”, los cubanos siguen preguntándose cuándo llegará el día en que las palabras se conviertan en pan.