En un operativo realizado en el Consejo Popular La Asunción de Baracoa, Guantánamo, las autoridades cubanas desmantelaron recientemente una red de tráfico de drogas con el decomiso de 71 bolsas de hachís, tres viviendas implicadas y la incautación de grandes sumas de dinero, teléfonos celulares y otros equipos vinculados a la actividad ilícita.
Cinco personas resultaron detenidas y serán procesadas por el delito de tráfico de drogas, según reportes oficiales. Este suceso, lejos de ser un hecho aislado, evidencia la expansión y el arraigo cada vez mayor del consumo y tráfico de drogas en la isla, especialmente entre los jóvenes.
Aunque el discurso oficial insiste en la tolerancia cero y muestra acciones ejemplarizantes, lo cierto es que la proliferación de sustancias —ahora también sintéticas— y la descomposición de estructuras sociales plantean desafíos que superan ampliamente la capacidad de respuesta del sistema institucional cubano.
La juventud cubana: En el epicentro de la crisis y consumo de drogas

El Toque
Las señales de alarma suenan con fuerza. Solo en lo que va de 2025, 51 jóvenes de entre 16 y 19 años y 72 menores de edad estuvieron involucrados en 83 hechos de tráfico y consumo de drogas, según datos del Ministerio del Interior.
Autoridades de Guantánamo han alertado sobre la implicación de niños y adolescentes en el consumo y tráfico de drogas dentro y fuera de los centros educativos.
En algunos casos, menores tan jóvenes como de 13 o 14 años están ingiriendo sustancias, y varios adolescentes han requerido hospitalizaciones por intoxicación narcótica. La provincia de Guantánamo, como escenario de este operativo, es solo el reflejo de una tendencia creciente en el país: el incremento del acceso y abuso de drogas, incluso en entornos escolares y comunitarios.
Este fenómeno social genera una profunda preocupación entre familias, que afrontan la amenaza latente de la drogadicción en sus hijos sin contar con suficientes herramientas de prevención o atención.
Las fracturas familiares y la crisis económica generalizada exacerban las condiciones para que los jóvenes caigan en el consumo, mientras la estructura social tradicional se debilita.
Sociedad y familia en estado de alerta ante drogas en Cuba
La situación de alta vulnerabilidad en que se encuentran muchos adolescentes cubanos ante el narcotráfico se ve agravada por la falta de información clara y accesible a las familias, la ausencia de programas educativos sólidamente implementados y la insuficiente cobertura en salud mental.
El silencio y el estigma juegan en contra de las víctimas, mientras que muchos padres se enfrentan impotentes a un problema que parece crecer sin control.
Este panorama plantea un dilema moral y social: la urgencia de políticas públicas que no solo persigan penalmente a los traficantes, sino que también enfoquen recursos en la educación preventiva, rehabilitación y acompañamiento psicológico para jóvenes y familias.