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Morir en Cuba: El Último Viaje de la Indignidad

by Chela
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La fórmula de la desgracia del dolor: funeraria + ataúd+ cementerio

¡Ni morirse puede uno en Cuba! ¡Caballero que no respetan el dolor ajeno! Frases como estas son las que se suelen escuchar una y otra vez cuando se tiene que pasar por «las dificultades extras» que regala el Gobierno cubano cuando alguien pierde un familiar querido. Como si fuese poco lo sensible que es el momento, y a pesar de las muchas quejas, aún continúan viéndose horrores en las funerarias, y para colmo en los cementerios.

La muerte en Cuba no solo duele por la pérdida, sino también duele por la humillación. El drama de los servicios funerarios en la isla es un reflejo brutal de la crisis generalizada que atraviesa el país. Cuando un cubano muere, la familia no solo enfrenta el dolor del adiós, sino un calvario logístico y emocional que deja cicatrices imborrables.

Morir en Cuba: Ataúdes rotos y la indignidad del último adiós

En Villa Clara, la falta de ataúdes es tan grave que  los entierros se retrasan días, y cuando llega el féretro, muchas veces está en condiciones deplorables:

“El ataúd venía con dos clavos y mi papá medía 1,80 metros y pesaba 200 libras. Hubo que buscar un carpintero. ¡Es terrible!” relató Yanet Gómez Estrada tras la muerte de su padre en Guisa, Granma. En redes sociales abundan las fotos de ataúdes improvisados, con maderas recicladas y acabados que rozan la falta de respeto.

Carros fúnebres: escasez, gasolina y soluciones indignas

“Morir en Cuba: El Último Viaje de la Indignidad”

Gaceta del Sur

En Matanzas, una familia tuvo que posponer el entierro de su abuela porque el carro fúnebre no tenía combustible. Ni la funeraria ni el gobierno pudieron resolver el traslado a tiempo, y la familia esperó horas, temiendo que el cementerio cerrara antes de poder despedirse. En Manzanillo, Granma, la familia de un fallecido terminó cargando el ataúd en un camión de carga porque el carro fúnebre nunca llegó. Las imágenes, publicadas en Facebook, generaron indignación: “¡Ya no basta el dolor de perder a un familiar, sino también cómo tenemos que verlo partir!”.

“Morir en Cuba: El Último Viaje de la Indignidad”

CUBA HERALD

En Guantánamo, la crisis llegó al extremo de que el cuerpo de un niño fue trasladado en una hamaca, ante la ausencia total de vehículos funerarios. La indignación en redes sociales fue inmediata, con críticas al gobierno por la falta de soluciones y el abandono de las familias en el peor momento.

Cementerios en ruinas: La Habana no escapa

morir en Cuba sin dignidad

Diario Cuba

El cementerio de Colón, en La Habana, símbolo histórico y cultural, está hoy sumido en el abandono. Tumbas profanadas, maleza que cubre los caminos, nichos derrumbados y falta de mantenimiento son el pan de cada día. Los dolientes denuncian en redes sociales la suciedad, la falta de agua y la inseguridad. Ni siquiera en la capital se puede morir con dignidad.

Pero como si fuese poco he sido testigo que ya las misas no son dentro de la iglesia del cementerio, el cura decidió darle el último adiós y bendición afueras de la iglesia, porque según argumenta por la pésima condición de los ataúdes pues algunos se han roto dentro de la capilla y luego no es tarea fácil solucionar la situación.

Morir en Cuba indignidad

Cibercuba

Otro momento bastante engorroso que se vive en el último adiós, es  un hecho de la cadena del desastre de la dignidad. Se trata de que los sepultureros trabajan hasta las 17:00 hora local, y el cementerio cierra las puertas, y ellos argumentan que terminaron y que se deben ir que no hay transporte público, y todo eso lo sabemos. Pero para decirlo a lo bien cubano:

¿Qué bolá con todos los familiares que sufren que aun no han enterrado a sus seres queridos, por el simple hecho de que el carro fúnebre no llega a la funeraria, no tiene combustible?  ¿Será acaso que hay esperar más de 24 horas para ser enterrado, en funerarias en las que ni un ventilador existe y los cuerpos comienzan a descomponerse? ¿Hasta cuándo es la falta de empatía en una sociedad que dicen que es de “todos y por el bien de todos”?

Testimonios que estremecen y denuncias virales

En Santiago de Cuba, una familia tuvo que buscar una camioneta privada para trasladar el féretro porque el carro fúnebre estaba ocupado. La funeraria terminó alquilando un carro de pasajeros para llevar el ataúd al cementerio, a pocos kilómetros del pueblo.

– En San Agustín, La Habana, los familiares cargaron el ataúd a pie, mientras en Banes, Holguín, la llegada de un carro fúnebre de segunda mano fue celebrada como un milagro, tras años usando carretas tiradas por caballos o camiones de basura.

– En redes sociales, el locutor Morales Pérez calificó el servicio funerario como “una falta de respeto”, tras vivir en carne propia el maltrato y la desorganización en la funeraria “Las Piedras”.

¿Cuántas denuncias más hacen falta para que se tomen medidas? Porque todos conocemos que estas doloras publicaciones que causan horror, son sólo una muestra muy subvalorada de todo lo que realmente se vive. Sucede que en medio de tanto dolor por la muerte pocas veces se tienen fuerzas para publicar.

El dolor de la muerte se multiplica

La crisis funeraria en Cuba es transversal: no distingue provincias ni clases. La falta de ataúdes, la escasez de carros fúnebres, la ausencia de combustible y el deterioro de los cementerios convierten el último adiós en una experiencia traumática, marcada por la improvisación y la indignidad.

“Ni siquiera morir con dignidad puede un cubano”, se lamenta María Elena Mir Marrero, tras el fallecimiento de su tío en La Habana del Este. El dolor de la pérdida se agrava por la humillación de no poder despedir a los seres queridos como merecen.

Hasta después de muerto, el cubano sigue luchando. El drama de los servicios funerarios en Cuba es una herida abierta, una muestra de la desidia y el abandono estatal. Las redes sociales se han convertido en el único espacio donde los cubanos pueden denunciar y compartir su indignación, mientras esperan que, algún día, la dignidad les sea devuelta, aunque sea en el último viaje.

 

 

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