Home ActualidadCubaFracaso tras fracaso, la rutina política en la cima del poder cubano ¿Es la exministra de Trabajo la única que debería renunciar?

Fracaso tras fracaso, la rutina política en la cima del poder cubano ¿Es la exministra de Trabajo la única que debería renunciar?

El tiempo de la ovación automática y el silencio debe terminar

by Equipo de Redacción
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Fracaso tras fracaso, la rutina política en la cima del poder cubano

Fracaso tras fracaso, la rutina política en la cima del poder cubano ¿Es la exministra de Trabajo la única que debería renunciar?

Imagen: Canal Caribe

 

¿Es la exministra de Trabajo la única que debería renunciar tras las recientes sesiones parlamentarias en Cuba? La pregunta surge inevitablemente cuando se revisa la magnitud de los fracasos y la ineficiencia que se han expuesto públicamente en distintos frentes del Estado. El caso de sus desafortunadas declaraciones sobre la inexistencia de mendigos ha servido, en realidad, como catalizador para una inconformidad mayor: muchos otros altos cargos y diputados han gestionado —o tolerado— un sistema que exhibe problemas crónicos en múltiples sectores, sin que nadie asuma responsabilidades políticas reales.

Repasando los informes y balances presentados en la Asamblea Nacional, los ejemplos de ineficiencia sobran y deberían bastar para exigir la renuncia, o al menos la autocrítica profunda, de numerosos dirigentes:

  • Política macroeconómica y fiscal: Aunque el primer cuatrimestre arrojó un superávit fiscal, ese logro fue fugaz. Mayo y julio cerraron con un déficit de 7 000 millones de pesos, solo el 21% de lo planificado, reflejando una incapacidad para gestionar los recursos públicos incluso bajo un sistema de austeridad extrema.

  • Sector externo: Las exportaciones y los ingresos en divisas siguen “lejos de lo favorable”, sin que se logre revertir la caída. Las medidas para estimular la entrada de moneda dura y productos han mostrado una efectividad apenas parcial, quedando muy por debajo de las metas anunciadas.

  • Telecomunicaciones: Etecsa, el operador estatal, perdió más de 500 millones de dólares anuales durante los últimos tres años. La proliferación de servicios piratas hizo que de cada 20 dólares en recargas internacionales, solo 2 llegaran a las arcas estatales. Los “errores conocidos por todos” en la comunicación y ejecución de políticas provocaron inconformidades masivas, que solo en las últimas semanas han comenzado a atenderse tras años de pérdidas y deterioro del servicio.

  • Vivienda: El plan de construcción va a menos de la mitad del ritmo previsto, con solo un 53% cumplido al cierre del semestre y escasa capacidad de respuesta frente a un drama social que se agrava año tras año. Faltan no solo materiales, sino también iniciativa y creatividad en la gestión pública para atacar esta problemática.

  • Energía y servicios básicos: La generación eléctrica sigue a merced de la disponibilidad de combustible. A pesar de esfuerzos de modernización, los apagones y la inestabilidad en el suministro impactan cada día de forma severa a la población, reconociéndose una “profunda insatisfacción” incluso por las propias autoridades.

  • Dinámica demográfica: No existen respuestas claras frente al éxodo juvenil, el envejecimiento poblacional y el colapso de la base laboral, lo que compromete a largo plazo todas las estrategias de desarrollo local y nacional.

En todas estas áreas, lo que predomina es la repetición de frases hechas, diagnósticos conocidos y falta de soluciones efectivas. El Parlamento reconoce “errores”, “falta de iniciativa” y “estructuras que no resuelven nada”, pero la autocrítica se diluye, y la rendición de cuentas real brilla por su ausencia. ¿No deberían estas fallas sistémicas provocar, también, la dimisión de otros ministros, presidentes de empresas estatales y diputados responsables de comisiones clave?

Fracaso tras fracaso, la rutina política en la cima del poder cubano. El miedo oficial a la crítica

Imagen: Canal Caribe
Imagen: Canal Caribe
Imagen: Canal Caribe

Uno de los más graves síntomas del sistema cubano sigue siendo el temor estructural a la crítica abierta. Criticar solo es posible cuando el crítico ya no ostenta poder real —cuando la exministra ha renunciado, cuando el responsable ha caído en desgracia— pero rara vez mientras está en ejercicio. Los medios oficiales no abren debates reales mientras las figuras cuestionadas conservan influencia, y la crítica espontánea, social o parlamentaria es vista como deslealtad.

Esto alimenta una cultura política donde:

  • Se privilegia el silencio cómplice sobre la honestidad incómoda.

  • Las ovaciones automáticas reemplazan al debate real.

  • La política pública se reduce al arte de maquillar problemas, mientras la sociedad sigue esperando soluciones concretas.

¿Por qué en Cuba solo se cuestiona la gestión de quienes ya han caído en desgracia, mientras tantos otros permanecen impasibles en sus puestos, aún frente a fracasos repetidos y conocidos por todos? Quizá lo que las sesiones más recientes de la Asamblea Nacional dejan claro es la necesidad de una cultura de responsabilidad política verdadera, donde la renuncia y la crítica no sean excepciones mediáticas, sino obligaciones democráticas cotidianas

En las sesiones de la Asamblea Nacional, se ha admitido —al menos parcialmente— el desastre económico y social que atraviesa Cuba. Sin embargo, este tímido reconocimiento no se ha acompañado de propuestas detalladas ni de responsabilidades claras.
Se dan explicaciones vagas, se menciona “la complejidad del contexto”, pero las soluciones se postergan o se delegan a nuevas comisiones, mecanismos o futuras reformas tan abstractas como inalcanzables.

¿Es la exministra de Trabajo la única que debería renunciar? Video Martí Noticias

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