El pasado 7 de julio, familiares y amigos despidieron entre lágrimas y rabia a Yan Carlos González González, el preso político cubano que falleció tras más de 40 días en huelga de hambre en la prisión “La Pendiente” de Santa Clara.
Tenía 45 años, era padre, vecino del Central Azucarero George Washington en Santo Domingo, y hasta el último aliento gritó su inocencia ante una condena que nunca aceptó.
¿Por qué Yan Carlos estaba preso?

A Yan Carlos lo acusaron de sabotaje y daños contra la seguridad del Estado. Según la fiscalía, había participado en la quema de cañaverales y de un monumento local. La petición: 20 años tras las rejas. Pero aquí viene lo insólito: durante el juicio, ni una sola prueba lo vinculó directamente con los hechos, ni testigos, ni evidencias contundentes. Su familia asegura que fue un “chivo expiatorio”, alguien a quien culpar rápidamente para cerrar el caso y dar una imagen de control.
Grito del preso político: “Yo no lo hice”

El 4 de abril de 2025, Yan Carlos tomó una decisión desesperada: dejar de comer para exigir justicia. Su huelga de hambre fue una protesta pacífica y valiente, una forma de decirle al mundo que no iba a rendirse ante una condena injusta.
“Yo no lo hice. Si lo hubiera hecho, cumplía mi condena hasta la muerte, lo más triste es que el que lo hizo está libre en la calle”, repetía con serenidad y firmeza.
Durante más de 40 días, su salud se fue apagando. La familia denunció que no recibió la atención médica adecuada y que las autoridades ignoraron sus demandas. Nadie revisó su caso judicial. Nadie escuchó su clamor. Murió defendiendo su verdad, mientras el verdadero responsable, según él, seguía en libertad.
El dolor de una familia y la exigencia de justicia

El sepelio de Yan Carlos fue más que un acto de despedida; fue una denuncia colectiva. Sus seres queridos y vecinos exigen una investigación imparcial y el respeto a los derechos humanos en todos los procesos penales. “No se ha hecho justicia”, repiten.
El caso de Yan Carlos revive la preocupación por la falta de garantías procesales en Cuba y el uso de los presos políticos como moneda de cambio o ejemplo disuasorio.
Huelgas de hambre: una protesta de preso político que se repite
La historia de Yan Carlos no es única. Tras las protestas del 11 de julio de 2021, cientos de cubanos fueron encarcelados por manifestarse pacíficamente. Muchos de ellos han recurrido a la huelga de hambre como último recurso para exigir justicia y denunciar condiciones inhumanas en las cárceles.
Casos como los de Luis Manuel Otero Alcántara, William Leyva Pupo y otros “plantados” en prisión muestran que la huelga de hambre se ha convertido en un símbolo de resistencia frente a la represión estatal.
En la actualidad, organizaciones de derechos humanos denuncian que más de 1,000 presos políticos siguen tras las rejas en Cuba, muchos de ellos en condiciones de hacinamiento, sin atención médica adecuada y sometidos a tortura psicológica. Las huelgas de hambre, lejos de ser escuchadas, suelen ser ignoradas o reprimidas por las autoridades penitenciarias.
¿Hasta cuándo la injusticia?

La muerte de Yan Carlos González es una herida abierta en la sociedad cubana. Es el reflejo de un sistema judicial opaco, donde la presunción de inocencia y el debido proceso parecen palabras vacías. Su caso nos obliga a mirar de frente la realidad de los presos políticos en Cuba y a exigir, con voz clara, justicia y respeto a los derechos humanos para todos.