Con el inicio oficial de la temporada ciclónica en el Atlántico Norte, la noticia de la formación de la tormenta tropical Andrea ha puesto en alerta a meteorólogos y a la población de la región.
Andrea, el primer sistema nombrado del 2025, se desarrolló el 25 de junio en aguas abiertas del Atlántico, lejos de cualquier costa y, según las autoridades cubanas, no representa peligro para Cuba en estos momentos. Sin embargo, la experiencia reciente obliga a no bajar la guardia.
¿Dónde está Andrea y cuál es su comportamiento?

Ubicación de la tormenta tropical Andrea el 24 de junio e 2025. Foto: nhc.noaa.gov
El Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología de Cuba (Insmet) informó que Andrea se localiza a unos 1,940 kilómetros al oeste de las Islas Azores, con vientos máximos sostenidos de 65 kilómetros por hora y una presión central de 1,014 hectoPascal.
Se mueve hacia el este-nordeste a 28 km/h y, según los pronósticos, se debilitará gradualmente en las próximas 12 a 24 horas. Por ahora, Andrea solo es relevante para la navegación en el área, sin implicaciones directas para Cuba ni para otras zonas costeras del Atlántico.
Una temporada que promete ser activa

Foto de la Presidencia Cuba
El periodo ciclónico, que se extiende del 1 de junio al 30 de noviembre, se prevé activo este año, con la posible formación de 15 tormentas tropicales, de las cuales ocho podrían alcanzar la categoría de huracán. Este pronóstico mantiene en vilo a las autoridades y a la población cubana, que conoce de primera mano los estragos que pueden causar estos fenómenos.
Lecciones de la temporada ciclónica pasada: un año marcado por la devastación

EFE
La temporada ciclónica de 2024 fue especialmente intensa y dejó una huella profunda en Cuba. En menos de tres semanas, el país fue golpeado por dos huracanes —Oscar y Rafael— y varios sismos, en un contexto agravado por la crisis energética.
El huracán Oscar provocó inundaciones severas en Guantánamo, con pérdidas humanas y materiales, mientras que Rafael, de categoría 3, atravesó Artemisa, destruyendo miles de viviendas y dañando gravemente la infraestructura eléctrica y agrícola, crucial para la capital y zonas aledañas.
Las consecuencias fueron dramáticas: más de 1,500 viviendas afectadas en Mayabeque, 1,812 en La Habana y 1,930 en Artemisa; más de 600 transformadores dañados y 2,000 postes caídos.
Además, la temporada 2024 registró 18 tormentas nombradas, 11 huracanes y cinco de gran intensidad, cifras que superan el promedio histórico y consolidan al 2024 como uno de los años más activos en la era satelital.
A estos daños materiales se sumaron dos apagones nacionales de tres días cada uno, agravando la ya precaria situación energética del país. La combinación de huracanes y sismos puso a prueba la capacidad de respuesta y recuperación de Cuba, evidenciando la necesidad de fortalecer la reducción de riesgos y la preparación comunitaria.
¿Qué debe esperar Cuba de Andrea y de la temporada ciclónica en 2025?

Foto de Archivo
Aunque Andrea no representa peligro para Cuba, su formación temprana es un recordatorio de la vulnerabilidad de la isla frente a los ciclones tropicales. La memoria de los desastres recientes obliga a mantener la vigilancia y a reforzar las medidas de prevención. La comunidad científica insiste en la importancia de no confiarse, pues la temporada apenas comienza y el Atlántico muestra señales de una actividad superior a la media.
La formación de Andrea es, por ahora, solo un aviso para los navegantes. Pero para Cuba, cada tormenta es una llamada de atención. La experiencia de la temporada pasada demuestra que la naturaleza no da tregua y que la preparación, la información y la solidaridad siguen siendo las mejores herramientas para enfrentar los desafíos que trae el Atlántico cada año.