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Un niño muerto en Reina y Belascoaín, La Habana: la Cuba que no queremos ver

Un niño muerto en Reina y Belascoaín, La Habana

La Cuba que no queremos ver

by Chela
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Un niño muerto en Reina y Belascoaín es una triste noticia que estremeció anoche, La Habana. Una noticia que debería sacudirnos a todos: un menor de edad, de apenas 11 o 12 años según testigos, perdió la vida en la intersección de Reina y Belascoaín, justo frente al restaurante «Doña Alicia». No estaba allí por casualidad, ni por travesura: estaba pidiendo dinero, acompañado de otro joven, en un intento desesperado por sobrevivir en una Cuba que, cada vez más, empuja a sus niños a la calle.

Un niño muerto en Reina y Belascoaín, La Habana: la Cuba que no queremos ver

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Un niño muerto en Reina y Belascoaín, La Habana: la Cuba que no queremos ver

Foto compartida en Facebook

Este hecho, doloroso y brutal, no es un accidente aislado. Es el reflejo de una realidad que se ha vuelto imposible de ocultar: la mendicidad infantil está creciendo alarmantemente en nuestras ciudades, y detrás de cada niño en la calle hay una historia de carencias, abandono institucional y una crisis social que parece no tener fondo.

La infancia cubana en la cuerda floja, la vida de los niños cubanos

Un niño muerto en Reina y Belascoaín, La Habana: la Cuba que no queremos ver

Niño cubano buscando comida en la basura/ Foto publicada por usuarios de Facebook

La propaganda oficial durante décadas nos vendió la imagen de una Cuba donde la mendicidad era un “flagelo” del pasado, erradicado por la Revolución. Pero la realidad que se vive hoy desmiente ese discurso. Las imágenes de niños pidiendo limosna, vendiendo cualquier cosa o simplemente deambulando por las calles son cada vez más frecuentes en redes sociales y en la vida cotidiana.

No hay cifras oficiales sobre cuántos menores viven en esta situación, pero el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social reconoció que entre 2014 y 2023 al menos 3,690 personas fueron registradas como “deambulantes” en la isla, y no se constatan que sean menores edad, pero por lo que vemos en las calles, la mayoría son ancianos.

¿Por qué los niños cubanos terminan en la calle?

Un niño muerto en Reina y Belascoaín, La Habana: la Cuba que no queremos ver

Foto: Cibercuba

Las causas son múltiples y profundas. La crisis económica ha golpeado con fuerza a las familias cubanas, y la falta de alimentos, medicamentos y servicios básicos empuja a los más vulnerables a buscar en la calle lo que el Estado y la sociedad no les garantizan. Según Unicef, el 9% de los niños cubanos solo tiene acceso a dos de los ocho alimentos indispensables para una vida sana.

En muchos casos, los padres —desempleados, enfermos o víctimas ellos mismos de la pobreza— ven en la mendicidad la única salida para sobrevivir. Hay historias desgarradoras, como la de Rosita, una niña de Holguín que desde los cinco años pide dinero en las calles para ayudar a su madre enferma. O grupos de menores en Santiago, Las Tunas y Baracoa que han hecho de la calle su “trabajo diario”, solos o bajo el mando de otros niños mayores.

En Baracoa, además de la mendicidad, se reporta la prostitución de jóvenes y el trabajo infantil como estrategias de supervivencia. En Pinar del Río, los niños piden en restaurantes privados; en Caibarién, venden alimentos en las esquinas. El fenómeno es nacional y no distingue provincias, edades ni género.

La ineficacia de la respuesta institucional

Mientras la realidad golpea, la respuesta oficial sigue siendo insuficiente y, a veces, cínica. El discurso estatal insiste en criminalizar a quienes “utilizan” a los menores para pedir limosna, pero ignora las causas estructurales que empujan a las familias a esa situación.

Multar a una madre desesperada no resuelve nada; lo que hace falta es apoyo real, políticas públicas eficaces y, sobre todo, voluntad política para enfrentar el problema de raíz.

Las escuelas, por su parte, muchas veces miran hacia otro lado. Los niños que deberían estar en las aulas terminan en la calle, y la negligencia institucional perpetúa el círculo de pobreza y exclusión. El Código de las Familias cubano reconoce la mendicidad infantil como una forma de abuso y negligencia, pero en la práctica, la protección es mínima y la ayuda, casi nula.

Una Cuba que duele y que no debe ser para los niños cubanos

Lo ocurrido anoche en Reina y Belascoaín es una tragedia que debería avergonzarnos y movilizarnos. No es “normal” que los niños mueran en las calles de Cuba buscando unas monedas para comer. No es la Cuba que soñamos, ni la que nos prometieron. Es la Cuba de la crisis, la indiferencia y la urgencia de actuar.

Un niño muerto en Reina y Belascoaín, La Habana: la Cuba que no queremos ver

Madre cubana/ Imagen creada con IA

Hoy, muchas familias cubanas viven al límite, y miles de niños están en riesgo. No podemos seguir ignorando el problema ni aceptando excusas. La mendicidad infantil no es solo un síntoma de pobreza: es una herida abierta en el alma de la nación. Y cada niño que muere en la calle es una derrota colectiva. La pregunta es: ¿hasta cuándo vamos a mirar hacia otro lado?

 

 

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